Diario de una Esposa Traicionada

Capítulo 195

Solo vi cómo él fruncía el ceño sin hacer ruido: “¿De verdad crees que me gustaría buscar problemas sin motivo?”

Eso era discutible.

Cada vez que veía a esa madre e hija me irritaba tante que ni siquiera quería bajar las escaleras. Antes de regresar a mi habitación, dije: “Será mejor que las hagas irse, o me iré yo.”

Sin embargo, antes de que pudiera entrar, Andrea corrió hacia mi diciendo: “Isaac, tienes que ver esto, esa Cloé…”

Cuando su mirada se posó en mi, su voz se detuvo abruptamente.

No queria verla, pero ya que me habia mencionado, miré hacia allá preguntándole: “¿Qué pasa conmigo? No lo veo, parece que ahora estás muy al pendiente de mi.”

“¡Qué haces tú aquí! Realmente no tienes vergüenza, después de haberse divorciado aún sigues. rondando a la familia Montes…”

Ella trató de disimular, pero aun así pude escuchar celos y molestia en su tono.

“¡Andrea!”

con un rostro frio como el hielo le dijo: “No quiero recordártelo

más derecho a estar aquí que tú. Ya que dices que no tengo vergüenza, ¿qué es lo que te falta a ti? Creo

“¡Insolente!”

barbilla levantada: “Ya sea Isaac o mi papá, ellos son verdaderos Montes, ¡y son las personas más cercanas

que había visto el día anterior en el hotel, sentí náuseas, y con doble sentido dije: “Sob Isaac no estoy segura. Pero sobre mi suegro, tú

distancia, ¿cómo no podrían ser intimos? Dije eso tanto para molestarla como

se cubrió con enojo e incómoda me cuestionó: “Cloé, ¿a qué te refieres? ¿Estás insinuando algo malo sobre mil relación con papá? ¡Qué pensamientos tan sucios

podía estar segura de su relación con mi suegro en un noventa por ciento, pero en aquel momento, ella misma me habla dado la respuesta restante. Sin embargo, ya

el ceño, pero pronto hablé con una sonrisa: “¿De qué hablas, qué tiene de sucio? Mi suegro te adora como su hijastra, ¿qué

boca de forma exagerada: “No pensarás que… estoy insinuando ese tipo de relación entre ustedes, ¿verdad? Dios, cómo se

“Cloé!”

1/2

Capitulo 195

completamente, Victoria salió del ascensor diciendo: “¡Andrea! ¿Cómo es que estás