Capítulo 224

En el camino hacia Montes Global Enterprises, debería haberme sentido aliviada al pensar que Isaac finalmente estaba empezando a dudar de Victoria y su hija. La causa de la muerte de su abuelo, y la de su madre, tal vez podrían ser aclaradas de una vez. Pero en el fondo, todavía me sentia insegura y no podia explicar por qué.

Cuando llegué a Montes Global Enterprises, inmediatamente noté una atmósfera completamente diferente a la de antes; todos se movían apresuradamente y con expresiones serias. Al salir del ascensor en el último piso, esa sensación se intensificó aún más. César me esperaba personalmente en el pasillo del ascensor para llevarme a la oficina del presidente. Al ver la curiosidad en mi rostro, suspiro diciéndome: “Lo que pasó en internet ha causado un impacto negativo en la empresa, ahora varios proyectos, que estaban a punto de concretarse están siendo reconsiderados por los socios.”

Frunci el ceño dudosa: “Tan grave es la situación?”

Al parecer que ese Camilo realmente tenía muy buenas habilidades; con solo una movida, logró provocar una crisis en Montes Global Enterprises que no se habia visto en años.

César volvió a mirar en dirección al despacho del presidente mientras decía: “Si, nadie lo esperaba. Desde el incidente de ayer hasta ahora, el presidente Montes no ha pegado ojo.”

No dije nada en respuesta, no sabía cómo continuar esa conversación; profesionalmente, ya no trabajaba alli, y personalmente, estaba a punto de divorciarme.

César abrió la puerta de la oficina del presidente, y al entrar, vi al hombre, de figura impresionante, hablando por teléfono junto a la ventana del piso al techo. Con el cigarrillo entre los dedos, soltabal circulos de humo, su voz era firme y decisiva: ¡No cedan ni un poco, háganles saber que no vamos a permitir que se aprovechen de esta situación!”

Después de soltar esas palabras, arrojó el teléfono sobre la mesa con frustración. Al percibir mi presencia, se giró hacia mi. Sus ojos oscuros, profundos como vortices, reflejaban una súbita calma

cálida y grave, pero no podía ocultar

para sentarme, tomando el café que

Le dije cordialmente a

Una vez qu

mano. Solo entonces noté los vasos sanguíneos rojos en sus ojos. César no había exagerado. Isaac se sentó y, por instinto, iba a apagar el cigarrillo en el interior de su muñeca, pero al notar mi mirada, cambió de opinión y lo apagó

que las quemaduras en tus manos vinieron de

verlo con mis propios ojos intentarlo de nuevo era una sensación

Isaac asintió y bajó la mirada, evitando la mia

calma, cambió de tema: “¿Todo bien con

levemente: “Todo en orden. Gracias por lo de los guardaespaldas. Con que se turnen para vigilar el hospital y asegurarse de que Gonzalo no cause más

ya les di ordenes, deberían estar llegando pronto al

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Capitulo 224

hospital.”

un poco sorprendida, rara vez había sido tan atento con mis

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