Diario de una Esposa Traicionada

Capítulo 292

Siendo ya adultos, hacía unos días tuvimos una conversación abierta, por lo que era evidente qué significaban sus atenciones y cuidados hacia mí. Me encontraba algo perdida sobre cómo responder. Lás palabras que debían decirse, de hecho, ya las habia expresado aquel día. Rechazarlo constantemente, en cambio, solo hacía las cosas incomodas, al punto de que quizás ni siquiera pudiéramos seguir siendo amigos.

David dudó un momento y me dijo: “Cloé, ¿te he causado alguna presión psicológica?”

Jugueteaba con el tenedor, aún sin hablar y él reflexionó diciendo: “Ya te lo dije, no necesitas responder nada, solo toma esto como un cuidado entre amigos.”

“En el futuro, cuando estés lista para comenzar una relación, podemos ir despacio.” Sugirió.

Sentí una calidez en mi pecho. Si no hubiera pasado por ese fallido matrimonio con Isaac, si todavía estuviera en la edad de actuar impulsivamente, al escuchar esas palabras, probablemente me habría sumergido completamente en ellas. Pero ya… no me atrevía. El precio de conmoverse, era demasiado

alto.

Mis dedos lentamente se relajaron y pregunté: “¿Y si ese día nunca llega?”

Ya que la conversación había llegado a ese punto, no quería seguir ocultándole nada. Bajo su mirada atónita, dejé el tenedor.

“Amigo, si Isaac y yo nunca nos hubiéramos divorciado, ¿qué habrías hecho?”

“Habría permanecido soltero.”

bajo la luz suave que

que tu relación con Isaac no era tan buena como decían

¿no parece que he sido un poco despreciable? Esperando siempre

Antes de que me divorciara, nunca hiciste

mi labio, continué: “Pero, divorciarme no significa que todavía tenga la capacidad de que alguien me guste. Hasta ahora, amigo, tú y Leti, para mí, ambos son personas muy, muy importantes, además de muy, muy

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amigos” que dije, vi como la luz en sus ojos se apagaba un

con la misma ternura: “Cloé, ¿qué tal si ponemos un plazo? Como seis meses, un

y le dije: “¡Seis meses

ella como yo, no creíamos en el

esos años pasados, sumados a los próximos seis meses, serían suficientes. De

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no quería hacerle perder más

“Está bien.”

“Vamos a comer, antes de que se enfríe.”

él echó un vistazo a la puerta de la casa de Camilo al otro lado, y de repente dijo