Capítulo 293

La mayoría de las personas tienen la costumbre de tocar la puerta de manera que suene dos veces cortas y una larga o dos veces largas y una corta. Pero el que estaba afuera, vaya que era diferente. Mientras tocaba, hasta llegué a reconocer una melodía familiar de mi infancia. Aunque eso no evitaba que me levantara de mal humor. Me arrastré con las pantuflas fuera de mi habitación, y abrí la puerta de mala gana, solo para encontrar a Camilo vestido con una sudadera holgada, con el cabello algo despeinado parado en la entrada.

Al verme todavía en pijama, sonrió con un tono burlón “Cloé, ¿recuerdas que hoy vamos a Villa del Mar, verdad?”

“Claro que sí. Te mandé un mensaje por WhatsApp anoche preguntándote a qué hora salíamos, pero no me respondiste, ¿cierto?”

El asunto de abrir el mercado en Villa del Mar todavía dependía de él, así que mi mal humor matutino era bastante caprichoso, desapareciendo tan pronto como aparecía e incluso llegando a ser algo considerado.

“Es que pensé que con tu horario tan irregular, te vendría bien dormir un poco más, ¿y ahora me dices que te levantaste temprano?”

Se recostó perezosamente en el marco de mi puerta, con los ojos entrecerrados: “Todavía no he dormido.”

“Bueno, entonces vuelve a casa a dormir un poco…” Y yo también aprovecharía para descansar un poco más. Con tanto trabajo, hacía días que no dormía bien.

Camilo me miró fijamente y preguntó: “¿Entonces, me estás diciendo que duerma o que quieres dormir tú?”

Miró su reloj de pulsera y dijo caprichosamente: “Tienes veinte minutos. Si no te veo con tu maleta aquí enfrente, tomaré eso como un rechazo a este negocio!”

mi ropa en la maleta lo más rápido posible. Luego me lavé la cara, me aseé y me cepillé los dientes. También saqué dos panes y un yogur del refrigerador para desayunar en el camino. Cuando volví a abrir la puerta, Camilo

“Estoy abajo.”

una palabra ni un signo de

estilo.

escaleras y lo que vi no fue el auto deportivo que usualmente conducía, sino un Mulsanne.

al verme

“Sí, soy yo.”

ya está

puerta trasera del auto. Al subir al auto, vi a Camilo ya sentado al otro

estaban cerca, tomando la autopista, no

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Capitulo 299

terminar mi desayuno, no pude resistirme y

“Vanesa…”

que vagamente escuché un murmullo a

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