Capítulo 425

Camilo y yo nos encontramos en una situación embarazosa una vez más, sin haberlo planeado.

Tiré del brazo de mi abuela diciéndole: “Abuela, sobre esto…”

“Ya casi.”

Camilo, interrumpiendo mi palabra de manera abrupta, le habló a mi abuela con un tono suave y cortés: “Abuela, me casaré con ella pronto, quédese tranquila cuidando su salud. Una vez que esté mejor, podremos organizar la boda.”

Mi cara se llenó de interrogantes. El que habló ni siquiera me miró, como si lo que decía no tuviera nada que ver conmigo.

La alegría inundó el rostro de mi abuela y sus ojos brillaban mientras preguntaba: “¿En serio?”

“En serio.” Camilo respondió sonriendo.

Cambié de tema: “Abuela, vamos a desayunar, el doctor Amaro vendrá pronto.”

Calculando el tiempo, el doctor Amaro también debería estar terminando su desayuno. Justo después de que Abril y su hija se fueran, le envié un mensaje al asistente del doctor Amaro, informándole que el asunto ya estaba resuelto. No me equivoqué, justo cuando mi abuela terminó de desayunar, el doctor Amaro regresó.

El doctor Amaro iba a empezar el tratamiento y no era adecuado que me quedara más tiempo en la habitación, así que decidí volver al hotel a empacar mis cosas.

La casa en Casa de la Brisa era mucho más cómoda que el hotel para vivir. Sin embargo, al salir del ascensor con mi maleta, me encontré con dos personas esperándome frente a mi puerta. Una de pie y otra sentada.

Me sorprendí y les pregunté: “¿Me estaban esperando?”

Camilo no dijo nada, pero Elías corrió hacia mí con sus pequeños pasos, asintiendo con entusiasmo: “¡Sí! Tía bonita, mi tío me trajo a tu casa.”

“¿Y tu tío?”

“¡Mi tío se irá pronto!”

“¿Eh?”

Camilo le lanzó una mirada preguntándole: “¿Quién te dijo eso?”

Le pregunté: “¿Entonces no te vas?”

“Sí, me voy.”

de Elías y me miró fijamente: “Tengo una reunión ahora, te lo dejo a él. Si te

no soy

“Por cierto…”

cambiando de tema abruptamente: “La respuesta que Inés interrumpió anoche, quiero escucharla cuando vuelva a buscar a

de un niño tan pequeño sería una molestia, pero sorprendentemente, fue armonioso. Al entrar a la casa, me di cuenta de que Camilo había organizado la limpieza regular, así que estaba muy limpia. Mientras ordenaba mi equipaje, el pequeño Elías me rodeaba hablando sin parar. Pero cuando tomé mi tabla de dibujo para trabajar, él tomó su rompecabezas y comenzó a armarlo

con sus grandes ojos preguntándome: “¿Qué pasa, tía bonita?”

una gran capacidad de concentración.”

terminarás teniendo el corazón dividido en

reirme y le

tío, eso es

“¡Si!”

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puerta. Pensé que era Camilo quien venía a buscar a Elías,

poco sorprendida y le dije: Inés, ¿no ibas a viajar

algo de tiempo.”

sus labios rojos, preguntando cortésmente: “¿Te importa si entro

“Por supuesto, pasa.”

decirlo, Elías, al oír la voz de su madre, corrió

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16:14 T

¿por qué no

“No!”

y dijo: “Tengo cosas

risa y le preguntó: “¿Qué

misterioso: “Le

bien, ve

el trasero, mandándolo

“¿Quieres agua mineral o

“No tomare nada.”

un momento antes de

a sentarse en la

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