Capítulo 464

En esos dias, no había podido evitar reflexionar sobre lo que habla ocurrido aquella noche. El jugo me lo habla pasado el mesero. Si no hubiera sido el blanco de alguien, habría sido poco probable que llegara a mis manos. Pero durante toda la cena, apenas me había encontrado a unas cuantas personas. Rosa, Jennie, Isaac. Pero ninguno de ellos era probable que hubieran hecho tal cosa. El cuidado de Rosa hacia mi era evidente, Jennie estaba de su lado y definitivamente no me harla algo asi. E Isaac, mucho menos. Al final, solo quedaba Salomé, alguien con quien habla tenido problemas en el pasado. Yde alguna manera, podia sentir la hostilidad de Salomé hacia mi. Solo que no entendia cuál era su propósito al hacerlo.

Al escuchar esa pregunta, la expresión de Salomé se congelé por un momento, luego me mirá confundida y preguntó: “Yo te drogué? ¿Qué droga?”

Le respondi con una sonrisa “La que tu pusiste, ¿no sabes qué droga era?”

En realidad, no estaba completamente segura de que fuera ella. Solo la estaba probando.

Salomé estaba a punto de responder cuando Rosa se acercó y le echó una mirada diciéndole: “Niña, ¿por qué no invitaste a Cloé a entrar?”

Salomé se giró hacia Rosa con una sonrisa obediente mientras decia: “Yo… es que estaba ansiosa por hablar un rato con la señorita Coral.”

En ese momento, algo en mi se afirmó.

Era ella. Ola habla puesto la droga. A pesar de que había actuado como si no hubiera hecho nada malo antes, su reacción frente a Rosa la delataba. Con lo reacia que estaba a dejarme entrar, si no hubiera sido ella quien me drogo, habria aprovechado la oportunidad para que Rosa supiera que yo estaba acusandola injustamente o ensuciando su nombre. Querria que Rosa dejara de asociarse conmigo. Pero su primera reacción fue ocular la verdad

oculté mis sospechas y sonrel hacia Rosa diciéndole: “Señora Yáñez, ¿por qué no

debemos probarlo.”

decia: “Pero primero, tienes que probar las galletas

“¿Galletas?”

poco y bromeé sonriendo y diciéndole “Tener el privilegio de comer galletas horneadas

la libertad de presumir todo lo que

no se molesto en lo más

la pared, y el patio trasero estaba lleno de varios árboles frutales. También había algunas flores y plantas esperando ser trasplantadas. Se notaba que había puesto mucho esfuerzo en ello. Era claro que Rosa se había asentado en

aroma a leche de las galletas horneadas. Después de probar un par, comencé a elogiarlas sinceramente: “Están deliciosas, con el dulzor justo, mucho mejores que las que se compran en las tiendas.”

“¿De verdad?”

sonrió y dijo:

para llevar, asi tu familia también podrá probarlas”

“No es necesario__*___

pena conmigo? He homeado

“No es eso

a explicarle: “No tengo familia, o más

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