Capítulo 488

La incomodidad de Ander duró apenas un instante, pronto, su expresión volvió a ser indiferente, sin mostrar muchos sentimientos, “Ah, vine con Lucas, aprovechando para echar un vistazo.”

Leticia llevaba un vestido rojo, resaltando su piel suave y brillante como porcelana, con cierta pereza, echó un vistazo hacia afuera, ¿Y Lucas?”

Desde aquella noche que celebraron el cumpleaños de Camilo, él le había tomado el gusto a enviarle mensajes por WhatsApp sin razón alguna, tales como: “¿Te gusta este bolso?“, “¿Qué te parece este collar?“, “¿Salimos a tomar algo?“.

Era tan claro como el agua, Leticia ya no era una niña con el corazón sin despertar, bastaba una mirada para entender la intención.

“Leticia,” Ander, quien usualmente se mantenía al margen, esta vez, le advirtió, “Lucas está interesado en tí, pero él no es para ti.”

Al escucharlo, Leticia levantó una ceja, sorprendida.

–“Él no es para ti” y “tú no eres para él“.

Aparentemente parecían decir lo mismo, pero en realidad eran muy diferentes. Al menos, para Leticia, esa frase no tenía el tono arrogante típico de los ricos.

No pudo evitar sonreír ligeramente, “¿Así que desarmas a tu amigo de esta manera? ¿No está mal?”

A Ander no pareció importarle, “Si tú no lo dices, él nunca lo sabrá.”

No es que no desee lo mejor para su amigo, sino que, siendo hombres, entiende demasiado bien las

intenciones del otro.

había fijado en una chica hermosa en

Ander no hubiera escuchado esa llamada justo antes, ni se hubiera molestado en intervenir. Esta chica, que pretendía poder entrar y salir de cualquier situación emocionalmente intacta, en realidad, era capaz

involucrarse sinceramente.

frente a ella y, sintiendo una repentina curiosidad, sus labios carmesí se movieron, “Entonces, si él

el ceño, su rostro se enfrió, “Por

un comentario algo duro para decirle a una chica. Pero Leticia no pareció tomarlo a mal, con una sonrisa encantadora, sacudió su teléfono: “¿Nos

le faltaban mujeres insinuándose, pero rara vez eran tan directas

El inocente Lucas regresó con un café en mano, llamándolo,

prolongado, con tono juguetón: “El señor

decirme…”

sacó su teléfono, “Señorita Navarra, ¿nos agregamos

WhatsApp?”

más que digna, “Si necesitas

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Grupo Galindo, y al pasar

apoyado perezosamente en el marco de la puerta, y al verme bajar la ventana del

guardia corrió a ayudar, “Por

del coche al guardia, “Gracias.”

se mantuvo firme, con voz profunda, “¡No

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