Capítulo 17

¡Sr. Castillo, si es posible, espero que nunca más nos veamos!

Las palabras que había dicho con tanta firmeza aún resonaban en sus oídos, sin embargo, era ella la que aparecía voluntariamente ante él.

Violeta habis ilegado aquí porque sus compañeros del club sabían que estaba bajo presión financiera. Le habían dicho que el fin de semana, un joven adinerado había alquilado todo el crucero para organizar una fiesta y discutir sobre negocios, y necesitaban a muchas personas para atender el evento.

Prometieron pagarle cinco mil pesos por dos noches y tres días. Este trabajo era demasiado tentador para ella, ya que podía trabajar después de su horario regular en la oficina y tomar un descanso de su otro trabajo en el club.

Pero nunca esperó que él también apareciera en este crucero.

Violeta bajó la cabeza, con cuidando de no mirar a su alrededor, y se dirigió directamente a la cama en el centro de la

habitación.

Había recibido un breve entrenamiento antes de subir al barco y rápidamente se puso a trabajar, haciendo la cama lo más rápido posible, conteniendo la respiración para pasar lo más desapercibida posible.

Cuando terminó de hacer la última almohada, intentó salir silenciosamente de la habitación.

Pero antes de que pudiera alejarse, escuchó una voz que decía: “¡Detente!”

en seco, y con los pies de plomo, se dio la vuelta para ver que él aún estaba en la misma posición que antes, aunque ahora había terminado su llamada

la bañera para

un

el baño, sintiéndose como si estuviera cometiendo un delito. No entendía por qué siempre

en su presencia.

al ver a Rafael detrás de ella. Su gran figura la eclipsaba, y debido al ángulo de su vista, su

empleada justamente era Violeta, Rafael pareció sorprendido por

blanca de mangas cortas que dejaba al descubierto sus brazos brillantes, un chaleco negro que acentuaba su cintura, y una falda corta y ajustada que se complementaba

saliva y apartó la mirada. “¿Por qué

grande…” respondió Violeta,

más vas

“¡Ya está lista!”

la temperatura

está

temperatura del agua con la mano antes de levantarse. “¿Necesita algo más?”

Rafael apenas

y, manteniendo la cortesía que se espera de una camarera, respondió: “Voy

su lado y salir, Violeta resbaló con el agua que se había derramado en el suelo de baldosas, gritó y cayó hacia atrás,

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