Capítulo 407

Era una tarde de un día laboral cualquiera.

Después de almorzar con Nono, Violeta salió sola de la villa, y Pablo ya había estacionado el Mercedes frente a una cafetería algo alejada.

No pasó mucho tiempo después de que bajó del auto cuando su celular sonó.

Como cia de esperarse, en la pantalla aparecía claramente el nombre de “Rafael”.

Ese hombre la tenía bien vigilada.

Al contestar la llamada, la tranquila voz de Rafael resonó, “¿Vas a ver a Lamberto?”

“Si”, respondió Violeta sin eludir, había decidido no decírselo a propósito, temía que él se opusiera o que incluso quisiera acompañarla, lo que sería demasiado exagerado. Ella solo iba a entregarle a Lamberto una novela traducida al alemán.

Rafael, por supuesto, no estaba muy contento. Sus celos constantes eran para ella motivo de risa y frustración al mismo tiempo.

Empujó la puerta de la cafetería y el sonido de las campanillas de viento le dio la excusa perfecta para decir, “Aquí hace mucho ruido, ya no puedo hablar más, voy a entrar. ¡Hablamos cuando regrese!”

Con eso, se atrevió a colgar la llamada y puso su teléfono en silencio.

La cafetería estaba ubicada en un callejón del casco antiguo, era una cafetería de fachada humilde, pero por dentro había hileras e hileras de estanterías, con un ambiente muy tranquilo y con apenas un suave sonido de piano de fondo. Violeta levantó la vista y vio a Lamberto en el segundo piso, sonriéndole y haciendo señas.

*¡Señor Navarro!”

“¡Violeta, por favor tome asiento!”

Lamberto la saludó con prisa y luego señaló una taza de porcelana blanca frente a ella, “He tomado la libertad de pedirte un capuchino, a las jovencitas como tú les debe encantar”.

“¡Gracias!” dijo Violeta con una sonrisa agradecida.

“Violeta, ¿trae el libro?”

lo mencionara, ya estaba impaciente por preguntar, lo que demostraba su gran interés en esa novela. Violeta asintió rápidamente, “Si, aquí lo

libro de su bolso, Lamberto ya había extendido

de emoción y dijo, “¡Es realmente una edición original en

espero que el señor Navarro sea cuidadoso al leerlo”, dijo Violeta con una

muy cuidadoso”, prometió Lamberto

que era un amante de los libros, y con sumo cuidado lo guardó en una bolsa

que mencionaste este libro, quería

comenzó a explicar, “En realidad, este libro es…”

lujo de venir a

que pudiera terminar, su voz fue interrumpida por una voz femenina con un tono que parecía

y de cierta edad.

la hacía parecer aún más distante y orgullosa. Portaba un bolso de marca en la mano y no parecía que venía con buenas

ceñó al

madre

había exagerado ciertas situaciones incómodas frente a Sebastián

como Lamberto. Su relación en ese momento con Rafael también la

llegó a la mesa y, al

“¡Eres tú!”

ceño y dijo,

apretando el asa del bolso

escuchó una voz femenina joven al otro lado de la línea. Con la intuición que caracteriza a las mujeres, se tensó

en casa tranquila, así que pidió a su chofer

y conversando, su corazón se llenó

nuestra hija Bianca está tan preocupada, sin ganas de comer ni beber. Es por esta tal Violeta, que no

deberíamos meternos tanto en los asuntos de los

“Bianca es tu hija, ¿cómo puedes tomar el lado de una extraña?”

todo, él había citado a Violeta para pedirle un libro prestado y no quería hacerla sentir incómoda, así que miró a su esposa con desaprobación y dijo, “Amor, todavía tengo cosas de qué hablar con Violeta. Será

señaló a Violeta con el dedo y dijo. “¡No te permitiré que te veas

Lamberto frunció el ceño y su mirada

A pesar de tantos años de matrimonio, nunca había sido reprendida así por su esposo. Pero en ese momento no pudo ceder y con una risa sarcástica dijo, “Ja, ite dije que no y es no! Esta Violeta es demasiado, siempre queriendo más, ¿así que no le basta con robarle el prometido a mi hija,

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