Capítulo 553

Trasladándose del comedor al salón. Silvia no pudo resistir la tentación de sacar su celular y mandarle un mensaje a Violeta, curiosa por la visita tan repentina e imperturbable de aquellas personas que ahora estaban sentadas tan tranquilamente en el sofá. ¡Necesitaba entender qué estaba pasando!

Apenas unos segundos después, recibió una respuesta de Violeta.

“¡Prepárate para algo grande!”

Silvia, al ver este mensaje, casi deja caer sus ojos de asombro.

Por eso, en el momento en que Violeta habló, Silvia contuvo la respiración, expectante y nerviosa, como quien espera el inicio de un espectáculo emocionante.

Por su parte, Rafael, con las piernas cruzadas y los tobillos meciéndose suavemente, mostrando una calma superficial pero con una mirada dulce dirigida a Violeta.

Melisa y Bianca, madre e hija, se detuvieron en seco.

Melisa, con la mano aún en la frente, se volvió con un gesto de disgusto hacia Violeta. “¿Qué pasa ahora?”, preguntó con impaciencia.

“Melisa, hay algo que necesito preguntarle”, dijo Violeta, levantándose del sofá con una postura firme, enfrentando esa mirada claramente hostil con una voz suave pero fría, como aquel día en el hospital cuando había ofrecido donar su hígado.

“¿No escuchaste que me duele la cabeza?”, replicó Melisa, con las cejas fruncidas y una evidente molestia en su expresión. “Lo siento, pero no estoy de humor para responder preguntas”.

tomará mucho tiempo”, insistió

mantener la compostura, Melisa miró a

que la situación era inapropiada, intervino con voz

en Violeta hizo que pareciera más aguda de lo habitual. “Abuelo, esto es muy importante para mí”,

insistencia de Violeta, Luis asintió

ya estaba perdiendo la paciencia. “¿Qué

de la lámpara de cristal, su tono era lento pero cada

Lamberto reaccionó con mayor sorpresa,

viva. Antes de saber quién era realmente, siempre pensé que un incidente había llevado a la muerte de mi madre…” Violeta hizo una

juna

quisiera saber, por qué fuiste al hospital, qué le dijiste a mi madre y por qué eligió quitarse

por la

reflejó en su rostro. Melisa respondió con una risa fría, “No sé

“Mi padre me habló de mi madre ese día, me dijo que cuando tenía ocho años la encontró, que estaba pasándola mal y quería reanudar su

una relación armoniosa con su padre, nunca se imaginó que sus

la dejó

imaginaron que el matrimonio persistiría después de todo.

no podía permanecer sentado en el sofá. Se puso de pie y se acercó apresuradamente a su esposa, con los ojos ligeramente

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