Capítulo 618

“Si, Dr. Antonio,” respondió la enfermera con obediencia.

Marisol aún no se habla recuperado del shock cuando la enfermera ya habla salido de la oficina, cerrando la puerta detrás de ella como le habia pedido.

“Click-”

El sonido del cerrojo resonó, haciendo que la piel de Marisol se erizara.

¿Cerro la puerta? ¿Por qué tenia que cerrar la puerta?

Marisol se encogió instintivamente hacia atrás, recordando la noche en Cartagena, sintiendo su corazón palpitando rápidamente, un escalofrio subiendo por su columna, sosteniéndose solo con la fuerza de voluntad de no rendirse.

Antonio sacó un boligrafo de su bolsillo, abrió su libreta de consultas y la miró fijamente con sus ojos almendrados, “Nombre.”

“¡Ya está en la tarjeta de registro!” Marisol respondió con irritación,

“Nombre!” repitió Antonio con voz grave.

En la oficina ahora solo estaban ellos dos, la presión que emanaba de su voz grave era agobiante, casi asfixiante. Marisol tragó saliva y casi obedientemente respondió, “Marisol…”

“Edad.”

“Veinticuatro.”

“¿Qué le molesta?”

Marisol luchó por no rodar los ojos, “El corazón!”

Antonio mantuvo una expresión inmutable, la punta de su boligrafo se deslizaba sobre el papel, preguntando de manera sistemática, “¿Qué sintomas especificos tiene?”

“No estoy segura…” Marisol se sintió un poco culpable, ya que en realidad solo había venido para engañar a su jefe, un chequeo de salud era solo una formalidad, había pedido una cita con un especialista para que el informe médico pareciera más legitimo, pero nunca esperò caer en sus manos. Respondió a la ligera, “Solo siento malestar e incomodidad.”

dejó el boligrafo, cerró la tapa y lo guardó en

repente, Marisol se asustó un poco, abriendo los ojos con nerviosismo, “Oye, qué vas a hacer!”

en esa camilla, dijo Antonio, señalando a una camilla blanca al lado de la ventana.

abrió aún más los

y luego se dio

movimiento.

vistiendo esa bata blanca, parecia otra persona. No había rastro de su habitual sonrisa perezosa, solo seriedad en su rostro. Si

ya se había acomodado en su silla, Marisol se acercó con reticencia y bajo su mirada

su cabeza tocó la camilla, escuchó su voz

con recelo, “¿Por qué tengo que quitarme la ropa?! Te advierto,

terminó su critica, dijo con voz tranquila, “Marisol, ahora soy su médico tratante. ¿Necesito recordarle que ha pedido

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que siente incomodidad en el corazón, por lo que es necesario realizar un examen básico de

estaba en guardia, mirándolo con

una vez más, si no quiere ser examinada, puede salir para el

ver que realmente se disponia a levantarse dejando sus instrumentos, Marisol mordió su labio, “Me quitaré la ropa!”

que ciertas pruebas rutinarias requerian ausencia de ropa para poder escuchar directamente el corazón, los tejidos podrian interferir con el diagnóstico.

a la seria expresión de Antonio, ella

se tenia que desvestir, lo

encima. Marisol empezó a bajar lentamente la

con voz firme,

fijamente, y tras unos segundos de confrontación, cedió y continuó desabotonando los botones de su camisa interior, uno por uno, desde el cuello hacia abajo, exponiendo toda su piel.

pesar de estar en la oficina de un hospital, rodeada de la solemnidad del blanco, parecia encontrarse en una posada en Cartagena aquella noche, con un ambiente embriagador y ambiguo, como si un calor subiera por su

a si misma como un

la reacción más honesta de su cuerpo la traicionaba, mostrando rigidez y un temblor ligero….

siquiera exhalar completamente, la mano de Antonio, sosteniendo

Sus dedos…

como el hielo…

su cuerpo, tendido recto, se sentia más rigido

expresión concentrada, pero una astucia sutil cr mientras sus dedos

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