La tarde, resplandeciente por un sol abrasador.

Capítulo 619

Al salir de la boca del metro, el intenso calor del sol golpeaba directamente en la cara. Marisol se ajustó la cámara colgada alrededor de su cuello, y al pasar su vista por el pecho, recordó el desagradable encuentro de hace dos dias en el hospital, y no pudo evitar arrugar la frente. “Dr. Antonio? Más bien parece un patán“, murmuró para si misma. Gisela, su compañera que cargaba el equipo de grabación, preguntó desconcertada: “Marisol, ¿qué estás murmurando

ohi?”

“Nada“, respondió Marisol, descartando el recuerdo del patán con un gesto de desprecio.

Levantó la vista hacia la entrada del viejo complejo residencial que tenian delante y señaló diciendo: “¡Vamos, ya casi estamos ahl”

El lugar al que hablan llegado era el casco antiguo de la ciudad, un área algo deteriorada en comparación con las zonas más prósperas. Edificios antiguos y apilados, muchos con paredes desgastadas, habitados principalmente por ancianos y trabajadores migrantes.

Hace un mes, Marisol habia entrevistado a una anciana que había perdido a su esposo y, años antes, su hijo y nuera hablan fallecido trágicamente, dejando a su cargo a su pequeño nieto. A pesar de vivir con una pensión mínima y de recolectar basura, la anciana cuidaba con amor a muchos gatos callejeros de la zona. La historia, una vez publicada, atrajo mucha atención.

El propósito de su visita hoy era realizar un seguimiento de esa historia.

La casa de la anciana estaba en el primer piso de un edificio que parecia un sótano. Tras llamar a la puerta y esperar pacientemente un par de minutos, se oyeron los pasos vacilantes de la anciana acercándose a abrir.

Con la misma calidez que en la entrevista anterior, la anciana las recibió y con una sonrisa les dijo: “Llegaron en el momento perfecto, acabo de cocinar unos boniatos. ¡Les voy a dar un par para que prueben!”

¡Muchas gracias, abuela!” Marisol agradeció rápidamente.

La anciana agitó la mano restandole importancia y les entregó los boniatos en un plato con una sonrisa sincera. *¡Debería ser yo quien les agradezca! Desde que publicaron la historia, han venido muchos buenos samaritanos a adoptar a los gatitos. Ahora que tienen hogar, ya no estarán vagando por las calles. ¿Se dieron cuenta al llegar? ¡Los gatos callejeros han disminuido considerablemente!”

deber!” Marisol sonrid

esa, más cercanas a la vida cotidiana de

no pudo resistir preguntar. “Abuela, ¿dónde

sido muy agradable, Estaba en segundo año de primaria, observaba atentamente durante la entrevista

que volverian hoy, Marisol había comprado especialmente

vuelto a empeorar. Ha estado

genéticas del corazón como la suya requieren cirugia“, dijo Marisol

de su madre una enfermedad genética del

pero la cirugia es muy costosa. Yo, una pobre anciana, ni vendiendo todo lo que tengo podria costearlo. Solo nos queda vivir dia a dia y esperar que

él

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ser la triste realidad de los

compasiva con su

“Bang!”

fuerte vino del dormitorio.

de Gisela cayó en

de un metro y medio. El nieto de la anciana estaba inconsciente tendido en el suelo junto a la cama, probablemente habia caido mientras intentaba alcanzar un vaso de agua

niño, que te ha pasado! Por favor, no me asustes“, gritaba la anciana,

botiquin de primeros auxilios al lado y rápidamente sacó dos pastillas para darle al

médico y luego llevado en camilla al vehículo. Al ver que la abuela subia sola al vehiculo con dificultad, Marisol, preocupada, agarró a su compañera y dijo, “Gisela, tú regresa a la estación y entrega

en contacto!” Gisela aceptó

su compañera y subió a la ambulancia

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