El amor del Ceo mexicanoES by Pandora
Chapter 124
El bebé Alejandro
Entonces nos iremos ya, Renzo fue un placer trabajar contigo éste par de días, te veo el lunes en la oficina, se atravezaba el fin de semana, Camill no trabajaba ni sábado no domingo
Muero por llegar a casa, el bebé se siente mejor allá donde tiene su espacio, comento Cristóbal a su esposa, si no fueras tan Celoso y el bebé tan apegado al seno materno, no estarían aquí complicados! haber si me dan más espacio para trabajar! Espacio de que hablas? en tus sueños mujercita, dónde tu vayas iremos nosotros, no le daremos oportunidad a ningún roba esposas de llevarte
Camill rodó los ojos, éste hombre controlador que desposé, soy alguna clase de masoquista creo yo por qué le amo, amo su manera de tomarme, de tocarme al hacer el amor, sus besos y todosnlosnte amo que me susurra al oído, su manera de amarme y su manera de amar de nuestro hijo es muy intensa
parte del vuelo de regreso, el avión privado de Cristóbal era muy cómodo, ella había estado corriendo de un lado a otro entre Las Reuniones del CEO Mandujano
Mendoza ese sábadobde fin de semana, el pequeño Alejandro se despertó temprano apenas eran las siete con cuarenta y cinco, Rodrigo Mendoza quién acostumbraba desayunar todos los días a las ocho de la mañana se estaba terminando de vestir en su habitación, cuándo salió lo primero que hizo fue
la habitación de su hijo, se podían escuchar sus balbuceos y risas, ese día había amanecido de muy buen humor,
azules de Rodrigo, sus ojos eran grandes y hermosos, su piel rubia tal como los padres, los bracitos y piernitas regordetas lo hacían ver adorable, el niño apenas lo miró le sonrió, Rodrigo lo traía con él paseando por toda la enorme
es el bebé del abuelo? el frío e insensible Armando Mendoza chiqueaba a su nietecito, supo que era sin dudas hijo de Rodrigo por qué era indetico a él cuándo estaba pequeño, Alejandro era la copia exacta de su padre, el abuelo lo sostuvo unos momentos, el travieso bebé jugaba con su corbata, por poco y lo ahorca con ella, pero el abuelo estaba feliz, por fin conocía la sangre
desayuno llevó de compras a su hijo, un bebé Mendoza debía tener solo lo mejor de lo mejor al igual que lo tuvo él, le compró todo un clóset de costosa ropa de marca, para medirle los zapatos fue un
medirse todas
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