—¡Ja, ja, ja! ¿A qué viene esa actuación? Está claro que estás muerto de pie, así que no sería imposible que te matara. Además, no soy el único Gran Maestro de las Artes Marciales de Alto Nivel aquí...

Luego de eso, las auras de los otros que rodeaban a Jaime estallaron.

Todos ellos eran Grandes Maestros de las Artes Marciales de Octavo Nivel, y dos de ellos eran Grandes Maestros de las Artes Marciales de Alto Nivel.

Ante tal alineación, Jaime no pudo evitar fruncir las cejas.

«No tendría nada que temer si mi energía espiritual estuviera al máximo. Incluso si no pudiera derrotarlos, podría huir con facilidad. Pero ahora, hace tiempo que agoté toda la energía espiritual de mi cuerpo. No hay tiempo para reponerla, aunque quiera. Me temo que será difícil lidiar con tantos Grandes Maestros de las Artes Marciales de Alto Nivel».

Cornelio se rio con más suficiencia al notar la mirada de Jaime.

—Entrega todos los objetos mágicos que lleves encima y te perdonaré la vida. ¿También recuperaste un objeto mágico de la Torre Pentacarna? Si no, no se habría derrumbado —preguntó Cornelio mientras fijaba su mirada en Jaime.

Jaime no respondió. En cambio, observó su entorno, pensando en una forma de escapar.

Sabiendo lo que pasaba por la mente de Jaime, Cornelio dijo con frialdad:

—No tienes que aferrarte a esas ensoñaciones. Si no entregas los objetos mágicos que tienes, puedes olvidarte de irte.

Tras reflexionar un rato, Jaime sacó la Torre Pentacarna de su anillo.

la

se derrumbó. Sin

en cuanto vio la Torre Pentacarna en la mano de

dámela... —instó

comenzó a caminar poco a poco

Su intención era tomar a este como rehén en cuanto bajara la

el momento en que la mano de Cornelio rozó la torre, los ojos de Jaime brillaron con frialdad, y agarró

hacia un lado para colocarse detrás de él, y luego rodeó el cuello de Cornelio con su

se le había ocurrido que

de la Familia Ramos vieron eso,

ir al Señor

tirarse al suelo

ventaja sobre Cornelio,

Familia Ramos

y la cara de Cornelio se puso roja, ya que de

obedientes —susurró Jaime

Cornelio sintió una inminente

—¡Abajo! Apresúrense y acuéstense.

hombres se tiraron rápido al

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