—¿A dónde vamos? Esto es como un laberinto —exclamó Jaime.

—Sígueme —fue la respuesta de Forero.

Entonces sacó una brújula geomántica del tamaño de la palma de la mano y dejó caer una gota de su sangre sobre ella. Al instante, la brújula geomántica comenzó a girar con fuerza. Su aguja pronto se detuvo e indicó una dirección.

Al ver eso, Forero fue en la dirección que la brújula geomántica indicaba.

Sin dudarlo, Jaime le siguió de cerca y liberó su sentido espiritual para buscar en la zona. No quiso bajar la guardia.

Tras atravesar seis o siete cuevas, llegaron por fin a una plaza. Los ojos de Jaime se entrecerraron al verla. Había una entrada justo delante con una energía restrictiva que les impedía avanzar.

Algo brilló en los ojos de Forero cuando vio la entrada. En voz baja, murmuró:

—Debe ser ésta.

—¿Lo hemos encontrado? —exclamó Jaime con entusiasmo.

Forero asintió.

ser la estructura

cerró los puños. Apenas

—¡Vamos, entremos!

objeto mágico encontrarían dentro o qué les esperaba. Tampoco tenía idea de si era peligrosa. Era imposible que una tumba así no tuviera restricciones. Sin embargo, los tesoros que había dentro eran definitivamente mejores que el

le recordaba a Jaime que se mantuviera detrás de

manos en la espalda. Con calma, empezó a examinar la estructura. En efecto, se trataba del Eclipse de las Siete Estrellas. La última estructura

algunas estatuas inmortales que no reconocían. Las filas de estatuas inmortales llegaban hasta la parte superior de la

y nueve escalones de jade conducían a un trono de mármol blanco en

fuerte energía restrictiva. Por ello,

al trono tampoco parecía

un vistazo al lugar,

no hay nada. ¿Dónde están los tesoros? —Su voz

de Forero se abrieron de par en par con

de un inmortal. Debe haber un tesoro encima

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