El despertar del Dragón

La expresión de Tigris se endureció mientras su mano que sujetaba el cetro temblaba un poco.

Timeo y Noé observaban la escena con la boca abierta.

Tigris era una deidad y el monarca de Isla Encanta en sus corazones. Todo lo que poseía la familia Durero se lo había otorgado Tigris.

Sin embargo, en ese mismo momento, su deidad estaba siendo maltratada por Jaime.

Tigris entrecerró los ojos.

—No puedo dejar vivir a este mocoso.

Un sentimiento de inquietud surgió en el interior de Tigris. Tenía la sensación de que Jaime sería quien le enviaría a la perdición aquel día si no luchaba con todas sus fuerzas.

Había subestimado a Jaime desde el principio porque no esperaba que tuviera tantos secretos.

Tenía la Forma Verdadera del Dragón Dorado, la Espada Matadragones, el Puño de Luz Sagrado y las Nueve Sombras. Cada uno de ellos era una existencia sin igual en el mundo actual.

Sin embargo, Jaime no había comprendido del todo esas técnicas. Si un día sus capacidades hubieran alcanzado un cierto nivel de cultivo que le permitiera manejar esas técnicas al máximo de su capacidad, sería aterrador.

A Tigris le costaba creer que Jaime hubiera dominado cada una de esas técnicas por casualidad. Después de todo, esas habilidades eran existencias asombrosas incluso hace unos miles de años.

todas y cada una de ellas

dejar que

se lanzó

—¡Prepárate para morir!

estalló en llamas furiosas. Irradiaba un aura con una energía helada que parecía venir directamente

—¡Castigo Divino!

lanzó su cetro hacia

un resplandor más brillante que el sol, que

Luminiscencia aprisionaron a Jaime en un abrir y cerrar de ojos. Mientras tanto, un pilar de

Divino que Tigris desató era más

cómo Tigris desataba el Castigo Divino.

pilar de luz con un diámetro cercano a los diez metros era cien veces más fuerte que el Castigo Divino que

ajenos al hecho de que Tigris había sido quien había

la aplastante presión, Jaime

Espada Matadragones que llevaba en la mano,

sabía que fueras tan

deslizó una mirada hacia la Espada Matadragones antes de infundir todo el Poder de los Dragones de su cuerpo

de su espada, sonaron