Pasó otro día.

Con la ayuda de las píldoras y las hierbas, Hada estaba casi curada.

Se acercó a Jaime para darle las gracias.

—Muchas gracias por tu ayuda. Tengo que irme ya que mis padres deben estar preocupados por mí —le dijo a Jaime.

—¿Necesitas que te lleve de vuelta a casa? —le preguntó Jaime.

Lo dijo porque quería saber de dónde iba Hada y cuál era su identidad. Sin embargo, temía que ella se enfadara y no hizo las preguntas en voz alta.

Hada negó con la cabeza.

—No hace falta. Sé que sientes curiosidad por mi identidad, pero no puedo revelártela. Pero sí puedo decirte cómo me llamo. Soy Hada Higareda. ¿Cómo te llamas?

—Soy Jaime Casas —se presentó Jaime con una sonrisa.

—De acuerdo, lo tendré en cuenta. Si surge la ocasión, algún día te devolveré la amabilidad.

Hada sacó una gema brillante de su bolsillo y

Tómala como muestra de mi gratitud —dijo y se la

parecía ser única ni cara, así que la

aquella gema le salvaría la vida

fuera de Ciudad

seguro de que Hada no era de Ciudad de

asintió. Siguió a Jaime fuera de la residencia Duval y paseó por las calles de Ciudad de Jade. Un sentimiento indescriptible surgió en el corazón de

tendría otra oportunidad de salir del reino

abundancia de

pareció extraña la

la ciudad llena de altos edificios y bulliciosas multitudes? Todo parece nuevo para ella. ¿Es una diosa que ha descendido

entonces, varias auras peligrosas se abalanzaron

¡porque sintió que

irnos! —Agarró a Hada

tarde. Al menos una docena de hombres habían rodeado a Jaime

fuertes y dominantes que Jaime no podía moverse

ojos de Jaime. Tras alcanzar el rango de Gran Marqués de las Artes Marciales, había asumido que podría escapar con facilidad de

entonces cuando se dio cuenta de que no tenía forma de

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