Aunque al principio Jaime se mostró bastante reacio, la idea de que Evangelina no era diferente de una marioneta disipó todas sus preocupaciones.

Después de descansar unos días en la residencia de los Duval, casi todas sus heridas se curaron.

Planeó llevar a Evangelina a la Secta del Dios de la Medicina para ver si había alguna píldora que pudiera curarla.

Después de todo, la Secta del Dios de la Medicina era capaz de crear píldoras de alto nivel con el Caldero Divino.

Sin embargo, justo cuando Jaime estaba a punto de llevar a Evangelina a la Secta del Dios de la Medicina, alguien le informó de repente de que había una chica fuera solicitando ver a Jaime.

Jaime se sorprendió, pues no entendía por qué una chica venía de repente a buscarle.

Cuando salió, se dio cuenta de que era Astrid.

Al verlo, Astrid le acarició la mejilla.

—Hace unos días que no me ves. ¿Me echas de menos?

No hizo caso en absoluto al consejo de Fernando.

unos pasos y preguntó con

qué me buscaba,

quien te busca. A mi padre le gustaría invitarte a

haber pasado para que Fernando lo invitara,

—¡De acuerdo! Vamos…

decir nada más, Jaime abrió la puerta del coche y entró en

coche y se sentó

—le ordenó al conductor mientras se apretaba contra

no sabía qué hacer. Con Astrid sentada a su izquierda y Evangelina a su

una mirada apenada apareció en el rostro de Isabel, de pie en el patio de la residencia

de él en el futuro. Si continúas siguiéndolo, debes aceptar esa

Isabel esbozó una sonrisa.

aceptarlo, señor Duval. No se

se apoyaba con insistencia

atrevía a moverse ni lo más mínimo, ya que si lo hacía tocaría su cuerpo. Al notar lo rígido que estaba, Astrid se burló de él con una

no pasa nada, aunque me toques. Ya te he dicho que me gustas y que haré lo

decir eso, Astrid incluso lanzó

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