Kazuo aprovechó para sermonear a Ono:

—No hay órdenes. Me he dejado caer por aquí para comprobar si todos estaban siendo complacientes. Siempre deben estar en guardia como forasteros en Cananea.

—Sí, señor Kawaguchi. Tiene toda la razón —replicó Ono.

Kazuo añadió:

—Traeré a una mujer dentro de un par de días. Vigílala de cerca.

—¿Una mujer? —Atónito, Ono respondió—: Señor Kawaguchi, las mujeres tienen prohibida la entrada a esta cueva, al igual que los cananeos. Es una regla de hierro.

—Lo sé, pero esta mujer es vital para nuestra investigación. No puedo llevarla de vuelta a Jetroina, así que sólo podemos retenerla aquí —explicó Kazuo.

A Ono le picó la curiosidad. Preguntó:

—¿Quién es esta mujer? ¿Por qué está tan interesado en ella, señor Kawaguchi?

—Idiota... —Kazuo se interrumpió con el ceño fruncido—. No mereces saberlo.

Ono, siempre obediente, asintió con entusiasmo y respondió:

—¡Entendido!

pasó un día en

embargo, se

...

hombres estaban de pie en medio de

eran hábiles luchadores rebosantes

de ellos, Giovanni

seleccionado a estos hombres basándome en

Jaime asintió y replicó:

que cantidad. Confío en que

—¡Sí!

convertido en un Marqués de Artes

Giovanni preguntó con curiosidad:

puede impulsar el progreso

le respondió con

—¡Lo descubrirás cuando lleguemos!

seleccionados a Isla Encanta. La estatua del demonio de sangre, que aún permanecía en la isla,

no se veía suprimido por la falta de energía espiritual en el mundo terrenal. Así, planeaba usar su sangre para ayudarles a entrar en el reino celestial y evitar la

vez que sus energías espirituales volvieran a despertar. El mundo de las artes marciales entraría entonces

seleccionara a sus hombres más dotados. Jaime no podía llevar a todos los de la Secta Duval al reino celestial. Eso tan solo

llegaron por fin a Isla Encanta,

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