—Señor Torres, ¿puedo preguntarle algo? —preguntó Jaime.

—Por supuesto. Conozco todo lo referente a la Isla Oso de Hielo —respondió Dago con confianza.

Jaime preguntó:

—¿Sabe algo de las antiguas ruinas de la Isla Oso de Hielo?

—¿Las ruinas antiguas? —Sorprendido, Dago lanzó una mirada de sorpresa a Jaime—. ¿Has venido aquí por las ruinas antiguas?

—Sí, así es —Jaime asintió.

—Mi joven amigo, te aconsejo que lo reconsideres. No tienes la habilidad suficiente para aventurarte en las ruinas antiguas. A lo largo de los años, muchos individuos han buscado la ubicación de las antiguas ruinas con la intención de entrar en ellas. A pesar de todos sus esfuerzos, nadie ha tenido éxito. De hecho, muchos murieron intentando encontrarlas —reveló Dago.

—¿No encontraron las ruinas? ¿Por qué? —Jaime se sorprendió.

Oso de Hielo no es muy grande. ¿Por qué no encontraron

que su ubicación es difícil de encontrar. Muchos expertos de distintos países han intentado localizarla, pero ninguno ha tenido éxito. Algunos incluso pagaron el precio más alto por sus esfuerzos, muriendo o resultando heridos. Aquí todos somos Cananeanos, así que mi consejo es que disfrutes de tu tiempo aquí y te olvides de las ruinas. No vale la pena arriesgar la

eso, Jaime se interesó más por las

¿conoce usted la Secta

antes de negar con la

de hacer preguntas. Sabía que la Secta

y Gilberto se dispusieron a marcharse. Acababan de levantarse cuando

¿qué está

que les compensemos por haber herido a sus hombres

que ajustar cuentas con ellos después de lo que hicieron en el aeropuerto. ¿Cómo se atreven

Jaime fue tras ellos. Al salir del edificio, se encontró con un espectáculo aterrador. Había un grupo de hombres fornidos con los ojos entrecerrados en una mirada

Sin embargo, los miembros de La Hermandad Cananea no eran tan musculosos como

con pendientes entreabrió

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