La conversación de Jaime y Gilberto enfureció a los dos hombres de negro.

—Será mejor que ustedes dos, Cananeanos, desaparezcan de mi vista. Si no, no saldrán vivos de aquí —amenazó uno de ellos con mirada asesina.

Ana también se volvió hacia Jaime.

—Jaime, no te metas. Será mejor que te vayas con tu amigo. Estos hombres son muy fuertes.

—Para ser sincero, tengo curiosidad por ver por mí mismo lo fuertes que son.

Esbozando una sonrisa, Jaime miró a Gilberto.

Gilberto asintió con la cabeza antes de saltar en el aire hacia los dos hombres.

—Jaime, no eres rival para ellos. Son marqueses de las artes marciales. Deberías huir... —gritó Ana al ver que Gilberto hacía su movimiento.

Sin embargo, en el momento en que Ana terminó, sonaron dos gritos agónicos.

Ambos hombres se cubrían los ojos con las manos mientras cuatro globos oculares ensangrentados podían verse claramente en el suelo cubierto de nieve.

Al mismo tiempo, la sangre salía a borbotones por los huecos entre los dedos de los dos hombres.

visión dejó estupefacta

tus ojos no sirven de mucho, mejor

negro que estaban enzarzados en una batalla

partida trajo alivio a Andrés, que había llegado al

quedaron sorprendidos por las cuencas oculares

las fuerzas de los demás como la palma de su mano, reconocieron que quien fuera capaz de sacar instantáneamente los

los dos hombres ayudaron a sus

se atreven a intentar

abalanzó

en garras, arrancó los ojos de

los cuatro hombres de negro

atroz dolor, tantearon sin rumbo y

atónitos ante la magnífica exhibición de habilidad

de Gilberto, Ana no pudo

¿quién es tu amigo? ¿Por qué

respondió con

Nivel que no ha conseguido

que Gilberto se sintiera avergonzado, pues éste había sido

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