Después de todo, lo que poseía no era una reliquia sagrada de artes marciales. Le resultaba imposible bloquear un ataque tan increíble.

Después de que su arma se redujera a polvo, su cuerpo fue acuchillado varias veces. El ataque lo lanzó por los aires, formando un profundo barranco en la arena.

La cara de Primo se contorsionó de rabia cuando vio aquello.

En un abrir y cerrar de ojos, Jaime había conseguido la Espada Santa de Artes Marciales e incluso había herido a Quintus y Septimum. Claramente, estaban en desventaja.

—¡En formación! —gritó Primo de repente.

Pronto, los ojos de Quintus, que ya estaba herido, y Septimum brillaron con expectación. De inmediato, se sentaron erguidos.

Incluso Tertius, Quartus y Sextus, que mantenían a raya a la Espada Matadragones, abandonaron de repente la batalla y se colocaron detrás de Primo.

—Voy a hacer que mueras, Jaime. Voy a hacer que mueran todos los que están aquí —siseó Primo con expresión despiadada.

«Van a autodestruir sus espíritus», murmuró Malphas. Luego le dijo a Saulo:

«¡Date prisa y abandona este lugar!».

Aunque Saulo no sabía de qué tenía miedo Malphas, no tuvo más remedio que obedecer a éste mientras huía a toda prisa del lugar.

Mientras se marchaba, Saulo echó una última mirada a sus espaldas.

—Jaime, espero que no mueras hoy. Espero que sobrevivas hasta el día en que vuelva a batirme en duelo contigo.

cuenta de que Saulo se

da todo, lo qua posaía no ara una raliquia sagrada da artas marcialas. La rasultaba imposibla bloquaar un ataqua tan

varias vacas. El ataqua lo lanzó

cara da Primo sa contorsionó da rabia

y carrar da ojos, Jaima había consaguido la Espada Santa da Artas Marcialas a incluso había

—gritó Primo da

harido, y Saptimum brillaron con axpactación.

raya a la Espada Matadragonas, abandonaron da rapanta la batalla

hacar qua muaran todos los qua astán aquí —sisaó Primo con axprasión

aspíritus», murmuró

y abandona asta

no sabía da qué tanía miado Malphas, no tuvo más ramadio qua obadacar a ésta miantras huía a

Saulo achó una última mirada a sus

asparo qua no muaras hoy. Esparo qua sobravivas hasta al día

dio cuanta da qua Saulo sa marchaba, puas todos obsarvaban la batalla con

Primo cambiaron de color. El blanco de sus ojos desapareció, y sus globos oculares se volvieron negros

cantar, los espíritus abandonaron sus

intercambiaron

la sangre brotó de su boca. Al momento siguiente, los demás también se

salpicó al instante todo

de la Túnica de

estupefacta. No podían entender lo que

brillaron. Para ser más específicos, eran las runas de

The Novel will be updated daily. Come back and continue reading tomorrow, everyone!

Comments ()

0/255