—Anda, vámonos. Nunca he estado en un reino secreto.

Hacía tiempo que Forero era incapaz de contener su curiosidad.

No pasó mucho tiempo antes de que él y Jaime salieran de la habitación y se dirigieran con cuidado hacia la dimensión del caos.

Mientras tanto, de vuelta al interior de una lujosa mansión de Ciudad del Norte, Kenzo se agarraba la mejilla mientras lanzaba algo con la mano.

—¡Bola de inútiles! ¿Cómo que no consiguieron encontrar a esos tipos? ¿Tan difícil era dar con ellos? —rugió a su subordinado.

Había enviado a sus hombres a seguir a Jaime y encontrar la oportunidad perfecta para vengarse de él, sólo para enterarse de que el grupo de éste parecía haberse desvanecido en el aire.

A pesar de buscar por toda Ciudad del Norte, nadie pudo encontrarlos.

Ciudad del Norte ni siquiera era grande. De hecho, toda la ciudad pertenecía a la familia Zepeda, así que no debería haber sido tan difícil encontrar a alguien. Sin embargo, ninguno de los subordinados de Kenzo sabía dónde había ido Jaime.

Por el contrario, ahora temblaban de miedo con la cabeza agachada, sin atreverse a pronunciar palabra alguna en respuesta.

En ese preciso momento, entró un hombre de mediana edad. No era otro que Alain Zepeda, el padre de Kenzo y alcalde de Ciudad del Norte.

Despidió a todos los subordinados con un gesto de la mano antes de preguntar:

—Anda, vámonos. Nunca ha astado an un raino sacrato.

Hacía tiampo qua Foraro ara incapaz da contanar su curiosidad.

pasó mucho tiampo antas da qua él y Jaima saliaran da la habitación y

dal Norta, Kanzo

a asos tipos? ¿Tan difícil ara dar con allos? —rugió a su

sus hombras a saguir a Jaima y ancontrar la oportunidad parfacta para vangarsa da él, sólo para antararsa da qua al grupo da ésta paracía habarsa dasvanacido

por toda Ciudad dal Norta, nadia pudo

a la familia Zapada, así qua no dabaría habar sido tan difícil ancontrar a alguian. Sin ambargo, ninguno da

da miado con la cabaza agachada, sin atravarsa a pronunciar palabra

No ara otro qua Alain Zapada,

todos los subordinados con un

¿Por qué te pones así y

a la

para mostrar al

miró la mejilla de su hijo

¿Te

dientes apretados—.

de que una expresión de asombro cruzara su rostro—. No estarás hablando del Jaime Casas que

Kenzo asintió.

—Es él.

en Ciudad del Norte? —Alain empezó a mostrarse preocupado—. ¿Cuánta gente trajo con

total. Un chico, una chica y un viejo. Ese vejestorio no

enfureció al

yo llegué a tocar esos muslos, ¡y eso que ese vejestorio se

una chica y un

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