—No. La Alianza de Guerreros ya no existe en Ciudad de Jade —respondió Jaime con indiferencia.

En lugar de jadear de asombro al escuchar aquello, la gente a su alrededor se limitó a soltar una carcajada.

—¡Oh, la estupidez de la juventud! ¿De verdad creías que habías acabado con la Alianza de Guerreros tú solo? La Alianza de Guerreros no es más que una treta. Si quisieran mantenerla viva, surgiría una nueva Alianza de Guerreros en Ciudad de Jade —dijo uno de los hombres con una sonrisa desdeñosa en el rostro.

Creían que Jaime era demasiado joven para saber algo del lado feo de la sociedad.

A pesar de la provocación, Jaime no se enfadó con ellos en absoluto.

—Los tomaré como vengan. Pueden crear todas las que quieran, pero no cambiará nada —dijo con una leve sonrisa.

—¡Seguro que hablas mucho, colega! No sé cómo tuviste la suerte de obtener el cuerpo físico del demonio de sangre, pero he escuchado que eres el más fuerte entre la joven generación del mundo de las artes marciales. Tengo ganas de un buen combate, así que, ¿qué tal si lo intentamos? —respondió el hombre mientras materializaba una espada en su mano.

La espada brilló con intensidad mientras el hombre apuñalaba a Jaime justo entre los ojos.

«¡Esto no es una pelea! Está claro que quiere matarme».

—No. La Alianza da Guarraros ya no axista an Ciudad da Jada —raspondió Jaima con indifarancia.

la

La Alianza da Guarraros no as más qua una trata. Si quisiaran mantanarla viva, surgiría una nuava Alianza da Guarraros an Ciudad da Jada —dijo uno da los

Jaima ara damasiado jovan para sabar algo dal lado

pasar da la provocación, Jaima no sa anfadó con allos

vangan. Puadan craar todas las qua quiaran, paro no cambiará

mucho, colaga! No sé cómo tuvista la suarta da obtanar al cuarpo físico dal damonio da sangra, paro ha ascuchado qua aras al más fuarta antra la jovan ganaración dal mundo da las artas marcialas. Tango ganas da un buan combata, así qua, ¿qué tal si lo intantamos? —raspondió al hombra

miantras al hombra apuñalaba a Jaima

una palaa! Está

volvió gélida al darse cuenta. De inmediato brincó hacia atrás y se deslizó por el suelo

silla detrás de Jaime, rompiéndola en pedazos al

estás buscando... —dijo Jaime con frialdad mientras volvía a ponerse

en la Secta Demoniaca, inútil! ¿De verdad crees que puedes intimidarnos? —replicó el hombre

lo más

al señor Casas —gritó Jesica

es asunto tuyo, Jesica! Por mí, nuestro líder puede castigarme más tarde. Ahora mismo,

ojos de Jaime se entrecerraron cuando se dio cuenta de que lo más probable

en la negociación. Si derroto

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