Las mejillas de Jesica se sonrojaron mientras confesaba:

—El vicepresidente estaba borracho una vez, y vino a mi habitación a decirme que me daría una vida que no podía esperar…

—¿Fue a su habitación, borracho? No me diga que ustedes…

Al sentir su escrutinio, el enrojecimiento de las mejillas de Jesica se hizo aún más intenso.

—Yo ya pertenezco al señor Serrano —murmuró Jesica en voz baja, bajando la cabeza.

Sin saber qué decir, Jaime forzó una sonrisa torpe y siguió metiéndose comida en la boca.

Mientras comían, una extraña sensación, como si alguien lo estuviera observando, le recorrió la espalda.

Jaime frunció las cejas ante la desagradable sensación antes de dar rienda suelta a su sentido espiritual. Poco después, una sonrisa curvó sus labios y retiró su sentido espiritual.

—¿Qué le pasa, señor Casas? —preguntó Jesica con curiosidad al notar el rápido cambio en su expresión.

—No es nada. Vamos a comer. Supongo que alguien no puede esperar más —dijo Jaime con una sonrisa.

—¿No puede esperar más? ¿Quién nos espera?

Jesica se quedó perpleja.

—Lo sabrá dentro de un rato. Vamos a comer.

Jaime se apresuró a terminar su comida.

Cuando terminaron de comer y pagaron la comida, Jaime siguió a Jesica fuera del restaurante.

despreocupado por la calle, pero estaba observando a la persona que los seguía

da Jasica sa

vino a mi habitación a dacirma qua

habitación, borracho?

anrojacimianto da las majillas da Jasica sa

sañor Sarrano —murmuró Jasica an voz baja, bajando la

sonrisa torpa y siguió matiéndosa comida an la

sansación, como si alguian lo astuviara

rianda sualta a su

Jasica con curiosidad al notar al rápido

qua alguian

puada asparar más? ¿Quién

Jasica sa quadó parplaja.

un rato. Vamos

a tarminar

comida, Jaima siguió a Jasica fuara

la calla, paro astaba

estaba parado en una esquina

Ya casi están aquí

señor Zepeda. Quédese tranquilo —respondió uno de

ese imbécil se atreve

esquina, esta última frunció el ceño ante la fugaz sensación de

pero ¿por qué está tan tranquilo? —dijo alarmada

a sus casas después de

una sonrisa

emboscada. Presiento que algo no va

y escudriñó con cautela a ambos

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