Jaime siguió a Forero de vuelta al hotel mientras Kenzo volvía para informar a Alain.

Jesica había vuelto de la Secta Demoniaca justo cuando Jaime y Forero llegaban al hotel.

Esa vez, sin embargo, parecía melancólica.

—¿Qué le pasa, señorita Zhar? —preguntó Jaime.

—Oh, no es nada. Quizá estoy un poco cansada —se apresuró a explicar Jesica.

Llevaba un frasco de poción de inversión del cultivo en el bolsillo, pero no pensaba usarla con Jaime y Forero.

Su interacción de los últimos tiempos le había dado a Jaime una impresión favorable de Jesica.

Lo más importante era que la conducta de Patricio violaba los principios de la Secta Demoniaca.

poco si está cansada, señorita Zhar —sugirió

su habitación. Cuando pasó junto a Forero, éste no le dedicó ni una mirada, ni

De repente, sintió que Forero se había

se detuvo a propósito, pero él

los hombres luchaban insistentemente por su atención, ellas los despreciaban y los consideraban moscas. Sin embargo, las mujeres no soportaban que los hombres dejaran de adularlas

en tal aprieto. Aunque el frecuente acoso de Forero la enfurecía, se sentía desconcertada cuando de repente dejaba de hablarle

en

Forero. Todo se debía al elixir dorado de Katia. Sin embargo, en su opinión, a Forero le convendría que le quitaran la

sus hombres que escondieran el ginseng de tres mil años en las montañas y también llamó a los subordinados a los

familias prestigiosas vigilando de cerca aquel lugar, era inútil que los hombres de Alain siguieran montando guardia, pues era tanto como señalar el lugar de nacimiento de la hierba

los diez mil años surgía por la noche, pero de día no se veía a nadie

en Ciudad del Norte se había

y sin incidentes en la superficie, ya se habían puesto en

que pronto lucharían por la hierba

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