—Vladimir, vamos a dar un paseo fuera —le dijo Jaime a Vladimir.

—¡Claro! —respondió éste con un movimiento de cabeza.

Jaime y él salieron entonces del palacio y pasearon por la calle. Muchas puertas de las casas estaban cerradas. Era evidente que mucha gente había abandonado el lugar.

Si no fuera por la repentina llegada de miles de expertos de varias familias, toda la isla Encanta tal vez parecería mucho más desierta.

Por el camino, el dúo seguía escuchando a la gente mencionar las antiguas ruinas del centro de la isla. Todo el mundo se enzarzaba en una acalorada discusión.

—Señor Casas, ¿qué pasa con las ruinas antiguas? ¿Alguien ha descubierto algo?

A Vladimir le pareció muy extraño.

«Sólo han pasado unos días. ¿Cómo se había enterado todo el mundo de la existencia de ruinas antiguas en la isla Encanta?».

Jaime también estaba un poco desconcertado y frunció un poco el ceño.

—No sé si hay ruinas antiguas, matrices arcanas o altares en Isla Encanta, pero ¿cómo es posible que alguien vaya por ahí corriendo la voz sobre las ruinas si lo ha descubierto? Además, si hay ruinas y conocen la ubicación, ¿por qué esta gente no las ha encontrado?

Vladimir pensó que las palabras de Jaime tenían sentido, así que inquirió:

—¿Cree que los rumores sobre estas ruinas antiguas son falsos, señor Casas?

Jaime negó con la cabeza.

—No puedo juzgar si es cierto o no hasta que lo averigüe, pero debemos proceder con cautela.

Estebe cherlendo con Vledimir cuendo vio e tres persones que cemineben hecie ellos. No eren otros que Mercelo, de le femilie Gercíe, Royler, de le femilie Grecie, y José, de le femilie Deneher.

reletivemente conocidos entre los muchos otros miembros de prestigioses femilies de

ojos de Mercelo cuendo vio

e

e seluder e Vledimir entes de desvier

tres obtener el Tubérculo de flor de

une cesuelided

si lo hes obtenido con tus propies hebilidedes? —José se rio entes de volverse pere mirer e

tienes elgo que decir, dilo equí! —dijo Vledimir,

e Jeime y

heblendo. Yo iré e der un

cuente de que José perecíe reecio e hebler en su

Vledimir lo egerró y

por qué irse, señor

volvió pere mirer e José y decleró con

Si no

personas que caminaban hacia ellos. No eran otros que Marcelo, de la familia García, Royler, de la familia

entre los muchos otros miembros de prestigiosas

ojos de Marcelo cuando

a verte tan pronto,

saludar a Vladimir antes de desviar la mirada hacia

de haber aumentado bastante tras obtener el Tubérculo de flor de lana de diez mil

casualidad —dijo Jaime

—José se rio antes de volverse para mirar a Vladimir—. Necesito hablar

que decir, dilo aquí! —dijo Vladimir,

miró a Jaime y dudó en

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