—¿Jaime Casas? —pensó Sixto un poco antes de que sus ojos se iluminaran en señal de reconocimiento—. Puede que haya escuchado hablar de él. ¿No es el mocoso ridículamente orgulloso en el mundo de las artes marciales que según destruyó la Alianza de Guerreros de Ciudad de Jade?

Sixto sabía poco de Jaime ya que el Clan Artesano raramente se asociaba con el mundo de las artes marciales. No sabía que la Secta de Corazón Maligno apoyaba a la Alianza de Guerreros de Ciudad de Jade.

Se quedó atónito al enterarse de la brutalidad de Jaime.

—Así es. Nos guarda rencor a los de la Secta de Corazón Maligno. Esperamos que el Clan Artesano nos ayude a capturarlo —Saulo asintió.

—No deben preocuparse. Después de todo, no prestaremos sin más el Pergamino Divino a cualquiera que nos lo pida. No me importa echar una mano para capturar a Jaime. Sin embargo, mi única exigencia es que esto permanezca estrictamente confidencial. No quiero involucrarme en su conflicto sobre el reino secreto, ya que nuestro clan no quiere arriesgarse a arruinar nuestro negocio…

El Clan Artesano podía existir con relativa estabilidad gracias a que nunca habían tomado partido en ninguna batalla y sólo se dedicaban a refinar armas.

También poseían el Pergamino Divino, un objeto mágico que hacía que todos los reinos secretos lo pensaran dos veces antes de atacarlos.

El Pergamino Divino podía desbloquear todos los portales del reino secreto. Por ello, nadie se atrevía a enemistarse con el Clan Artesano.

El Clan Artesano sufriría una pérdida irrecuperable si tuviera que entregar el Pergamino Divino a un reino secreto que se enfrentara a ellos.

Señor Sixto. Nosotros dos seríamos los únicos al tanto de este asunto. Jaime

Sixto torció los labios.

mejor. Acepto su petición,

había forma de que Jaime

miembro del Clan Artesano se acercó a ellos e informó

Sixto, hay otros dos afuera esperando

de gente interesada en inspeccionar objetos mágicos de repente? —Sixto estaba disgustado—. ¿Quiénes son? Haz que se vayan si no son

Sixto, dice llamarse

Saulo

«¡Hablando del diablo!».

—¡Tráiganlo ahora! —ordenó Sixto.

a Jaime y a su acompañante, Sixto pidió a Saulo que se

admiraron la majestuosa entrada del Clan Artesano, a ambos lados

Clan Artesano sí que lo toma en serio al usar dos objetos

recorría

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