Alas rotas por enmendar.

Su mirada dura e indiferente que me dirigió no le duró más de diez segundos, sus ojos me recorrieron completa de pie a cabeza y sus facciones se relajaron cuando nuestros ojos se volvieron a cruzar, soltó un suspiro al parecer cansada y se acercó a mí, no fui capaz de mover ni un solo músculo, pues no veía intención de recibirme con bombos y platillos, más bien parecía que me iba a reprender, sinceramente, deseaba que lo hiciera, lo merezco por haber abandonado a las únicas personas que me aman y me amarán incondicionalmente, por sobre todas las cosas.

 

Inhalé su fragancia cuando estuvo frente a mí, aquel perfume lo recordaba muy bien, gracias a mí usaba esa fragancia, después de botarle su antiguo perfume que lo único que hacía era provocarme náuseas. Su boca se abrió, listo para soltar mi merecedor regaño, pero se cerró al mismo tiempo que sus brazos me envolvieron en un abrazo que me devolvió a la vida.

—‎ Te extrañé mucho, mi pequeña Sari.‎ —me dejé llevar por la calidez de su abrazo, lo reconfortante de nuestro tacto y del agradable silencio que nos envolvía en la entrada de la casa, disfrutando del abrazo el uno del otro.

Fue imposible detener mis lágrimas, me sentía tan miserable, una mala hija por haber abandonado al hombre que dio y daría todo por mí, por mi felicidad, por mi bienestar, a cambio de un imbécil que me ofreció un, hasta que la muerte nos separe, pero no sabía que hablaba de la muerte de su amor por mí.

—‎ Perdóname, padre, he sido una desconsiderada, una egoísta, una mala hija, merezco lo que estoy pasando por haberlos abandonado por ir tras un hombre que me fue infiel.‎ —mis palabras apenas y eran entendibles, pues no podía dejar de sollozar mientras las lágrimas se desbordaban de mis ojos.

Me sentía tan mal por dentro, mi alma estaba hecha pedazos al igual que mi corazón, saber que no valió ni un poco la pena haber dejado mi vida por el hombre del que me enamoré y que la mujer a la que consideraba mi amiga, le valió tres hectáreas de mierda que estábamos casados, se pasó por el arco del triunfo nuestra amistad de tantos años, dejando al descubierto la verdadera Rachel, esa que siempre me envidió por lograr capturar la atención del hombre, que sin saberlo, ella estaba interesada.

Lo único bueno que rescataba de esta tragedia, era el fruto de nuestro… de mi amor por aquel hombre que terminó desbloqueando inseguridades y miedos en mí, convirtiéndose en mi primera decepción amorosa, porque él fue el primero y el último, y no dejaba de preguntarme, ¿Qué pasó? ¿No fui suficiente para él? ¿Qué me hizo falta? ¿Se dejó llevar por los comentarios despectivos y negativos de su familia hacía mí, por mis orígenes desconocidos? ¿Tan importante es para ellos el qué dirán? A él no parecía importarle eso cuando me pidió matrimonio.

Dejé de un lado aquellas preguntas que solo me atormentaban y me di ánimos a mí misma.

No, yo di todo de mí, fui una buena novia, una buena esposa, una buena compañera, pero él no lo valoró.

—‎ Ven acá, mi Sari, vamos a remendar esas alas y a recoger cada pedazo de tu corazón, no te hace falta las migajas de ese hombre cuando tienes el amor de tu familia, vamos a recuperar tu amor propio.‎ —las palabras de mi padre me calmaban y me hacía sentir como una completa estúpida. Me hizo avanzar hasta la sala, con un brazo rodeando mis hombros y se sentó conmigo en el cómodo y nuevo sofá de cuero color crema.‎ —No sabes la alegría de volver a verte después de estos años sin tu agradable presencia en casa, vamos a mejorar ese estado de ánimo, quiero de vuelta a la Sarah sonriente que salió de aquí con sueños y metas.

Los sueños y metas de esa Sarah quedaron en New York, lo único que me mantenía con fuerza era la vida que estaba creciendo en mi vientre.

—‎ Vas a ser abuelo.‎ ‏‏‎‎—suelto de repente sin anestesia y su mirada de sorpresa no se hizo esperar, miró a mi madre, quien se había sentado a mi lado con los ojos cristalizados, estaba conmovida al verme tan triste, tan abatida, y a su vez se podía ver la alegría de tenerme de vuelta.ᅠ

—‎ ‏‏‎‎Estás embarazada.‎ ‏‏‎‎—aquello sonó más a una afirmación que una pregunta, la serenidad con la que hablaba me devolvía la seguridad y la confianza que una vez tuve con él, sabía que no iba a juzgarme por ser tan descuidada, al fin y al cabo, yo no era adivina para saber que todo esto iba a pasar, nunca llegué a sospechar que Alexander me estaba siendo infiel a pesar de su repentino desinterés en mí y aunque si pude hacer mucho para evitarlo, ya era tarde y solo me quedaba lamentarme.‎ ‏‏‎‎—Y él no lo sabe. —otra vez sonó como una afirmación y asentí avergonzada sin mirarlo.

o para hacer que mi hijo crezca sin conocer a su padre, pero dadas las circunstancias, lo único que pude hacer fue ponerle punto y final a la relación con el hombre que destrozó mi corazón, mi confianza y mi amor propio, sin darle oportunidad a que

‏‏‎‎‎ ‏‏‎‎‎ ‏‏‎‎‎ ‏‏‎‎‎ ‏‏‎‎‎ ‏‏‎‎‎

hizo temblar y tuve que mejorar mi respuesta.‎ ‏‏‎‎—Al

un poco lo último que dije, él me conocía tan bien, entre ambos había una conexión de padre e hija que no

como hombre, no me agradaría ni un poco que me ocultaran algo tan importante como lo es un hijo, pero si tú crees que es lo correcto, no intercederé. Solo quiero que sepas que aunque le falte el amor de un padre a ese

sé cómo pude pensar que él no iba a querer verme después de tanto tiempo, por supuesto que estaría incondicionalmente para mí, soy su única hija a la que siempre consintió, aunque he

de vuelta, cariño.‎ ‏‏‎‎—dijo mi madre a mi lado, al mismo tiempo que pasaba sus brazos por mi cuerpo hasta llegar al de mi padre, fundiéndonos en

sirve para que te distraigas y saludes a tus viejos amigos y tal vez hagas unos nuevos.‎ ‏‏‎‎—ahora lo miro un poco molesta, no estaba en condiciones para saludar a viejas amistades y mucho menos para conocer gente, mucho menos exponerme ante la sociedad y que se enteren que soy la heredera de Doinel, no era el momento.‎ ‏‏‎‎—Abby ha sido invitada.‎ ‏‏‎‎—tan pronto como dijo aquello

los brazos de mis padres, mientras limpiaba mis húmedas mejillas, no iba a seguir llorando el resto de mi vida, le hacía mal al

cambiando mi ánimo por completo, no, mi amiga no, mi hermana de diferente sangre, la conozco desde que estábamos en pañales, es hija de una familia muy influyente, los Dubois, los mejores amigos y socios de

estado de ánimo y mis ojos

madre, no sabía cuánto

voz me hace girar y no pudo disimular su

y la abrazo sintiendo la emoción en

feliz que ahora estamos de vernos nuevamente, mi padre le ordena que me lleve hasta mi habitación con mi equipaje, que se resume a una pequeña maleta con ropa que

luce como siempre, la cama enorme muy bien arreglada con sábanas de seda, la alfombra rosa que abarcaba todo el suelo, mi guardarropa, mi baño privado y el balcón, Dios, cuánto amaba ese balcón con vista al patio trasero, la piscina lucía como siempre, al igual que las áreas verdes y las de deporte, lo que me fascinaba de este lugar, era la fascinante vista a un

guardarropa ha sido remodelado por la nueva colección de Doinel, sé que le va a gustar, si necesita mi ayuda en algo no dude en llamarme.‎ ‏‏‎‎—le agradecí a Maga y abandonó la habitación

di un relajante y largo baño de espuma en la

esposo siéndome infiel con mi mejor amiga. Solté un suspiro cansado, frustrada por la habilidad de mi cerebro al recordarme sucesos que quería borrar de mi

peor humor del que entré al baño y

aunque me

hierva al

marchado, solo haznos un último favor, no vuelvas a aparecerte, no eres bienvenida en nuestra casa. Es una lástima que no hayas cumplido tu trabajo ser una buena esposa, pero descuida, de eso me encargo yo.”

la respiración, haciéndome olvidar como es que

fue reemplazado por la decepción, el dolor iba acabando con los últimos pedazos de mi corazón, al

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