Capítulo 45

La noticia de la renuncia de Selena se difundió rápidamente dentro de la empresa Cedrés Business.

Mientras regresaba a su oficina, muchas personas la rodearon, intentando hacer que cambiara de opinión, pero su actitud era muy firme y no aceptaba los consejos de nadie.

Por supuesto, también había quienes se burlaban y la ridiculizaban, pero no les prestó mucha atención.

Cuando finalmente regresó a la oficina, después de muchos contratiempos, Rosa y Héctor ya estaban állí.

Rosa estaba junto a Héctor, susurrándole a los empleados que limpiaban la oficina.

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“No necesito esta mesa ni este armario. Quiero que los materiales para los perfumes sean nuevos, los archivos antiguos se tienen que reimprimir, hay que comprar libros nuevos…”

Se volvió hacia Héctor y le dijo con una sonrisa, “Lo siento, no estoy acostumbrada a usar cosas que ya han sido usadas por otros“.

Héctor sonrió y respondió: “No hay problema, todo será como tú quieras“.

Selena los vio fríamente, sintiendo que el comportamiento de Héctor y Rosa ese día era un poco extraño.

Existía una sensación de… distanciamiento evidente.

“¿Sigues soñando despierto? ¿No te vas a mover?” Héctor se dirigió los empleados que todavía no se movían, frunciendo el ceño y regañándolos en voz baja. Los dos empleados se miraron indecisos.

“Ustedes…”

“Gael“, dijo una voz tranquila.

la oficina se volvieron hacia la puerta, donde Selena ya estaba junto

“Señorita Morales…”

un encendedor?” Preguntó Selena sin expresión.

encendedor y se

tomó el encendedor, abrió el armario y sacó una carpeta.

y desarrollado a lo largo de los años, incluidas las que ya han sido desechadas y las que aún no se han utilizado.

estás tratando de hacer?” Héctor entrecerró los ojos, mirando a Selena

Héctor, prendió

los rostros de las personas en la

se habían reducido a cenizas, Selena devolvió el encendedor a Gael

así no hay problemas con ciertas

a Rosa, con el

y dijo: “Tira todo lo de

pero finalmente aceptó. “¡De

su bolso y se

su figura decidida, pensó por un momento y la siguió. La alcanzó en

el ceño, con

lugar de soltarla, Héctor apretó su mano

vamos a terminar

rostro

directamente de regreso a su apartamento, con cientos de pensamientos revoloteando en su mente. Recordó lo que Anna había mencionado

pasado. Inhaló profundamente, aceleró y su auto negro recorrió las

se duchó en cuanto llegó al

necesidad de aferrarse a esos asuntos

a lo que valiera la pena aferrarse, pero tenía que responsabilizarse de sus acciones, no podía permitir

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