Capítulo 1894

Él realmente quería encontrar alguna oportunidad para hablar con ella.

Preguntarle cómo le había ido en esos años, pero podía imaginar perfectamente la actitud y respuesta de Olivia:

“¿No te parece que la pregunta es muy tonta?”

Hmm, ella estaba bien y sana frente a él, ¿cómo podría estar mal?

Pero, aparte de esa pregunta, ¿qué más podría decirle para iniciar una buena conversación?

No encontraba nada.

De hecho, estaba claro para que cuando fingió estar muerta años atrás, no era para engañar a todos, era solo para engañarlo a él.

Como ella decía, realmente quería deshacerse de él.

Realmente pudo hacerlo durante nueve años, ignorando por completo el orfanato y a todas las personas de allí.

Cuando terminó el día, Olivia finalmente se levantó para irse.

Con un libro bajo el brazo y el otro sosteniendo un celular contra su oído, pasó junto a él sin presión alguna, su voz era igualmente ligera y sin ningún asomo de emoción.

“Oh, ya salgo… Mmm, me apetece un batido…”

Ginés, que también se preparaba para irse, se paralizó de repente.

Le llevó un buen rato girar la cabeza para ver la figura que caminaba hacia la puerta del salón.

Esa última frase, “me apetece un batido”, con ese tono pensativo, ¿no sonaba a un capricho?

La había conocido cuando ella debería ser caprichosa, pero nunca la había visto ni oído hacer un

berrinche.

Incluso en sus innumerables fantasías, la idea de que Olivia tuviera un capricho no existía.

Y ahora, aunque era muy tenue, podía percibirlo.

No quería admitirlo.

La figura no mostró ningún remordimiento al desaparecer por la puerta, él se levantó, su alta y esbelta figura destacando especialmente con su camisa blanca.

Bajo la mirada de todas las chicas, salió del salón con paso firme.

En la puerta, vio a Olivia tirar despreocupadamente unos libros que llevaba en sus brazos a un joven,

luego tomar el vaso de papel que él le ofrecía, inclinándose para sorber del popote.

Jacinto la miró con esa rara expresión de satisfacción y no pudo evitar reír, “Cada vez que veo esa cara tuya, recuerdo to mucho que lo despreciabas al principio, ¿no te duele la cara?”

Olivia no se inmutó. ¿Por qué debería dolerme la cara? Nunca dije que me gustara.”

Jacinto no pudo evitar reir y llorar al mismo tiempo, “¿Entonces qué es esto? No te gusta, pero pareces muy satisfecha.”

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Capitulo 1894

“¿Quién dice que porque me satisfaga tiene que gustarme?”

Olivia tomó otro sorbo y los dos caminaron lado a lado hacia la salida de la escuela, Jacinto respiró

hondo.

son demasiados,

no, sigue

quedó sin palabras.

conocía, había visto muchos de sus argumentos retorcidos, pero cada

la vida

lugar para leer,

por completo, ya no quería hablar

aquí con sus padres y compartir tantos años con ella, nunca había

No.

siquiera que le gustaba, mucho

deseos ni

es admitir que te gusta algo?”

pregunta cientos de veces durante tantos años, pero

igual que

¿no es mejor estudiar la bolsa de valores, ganar un montón de dinero y

suspiró profundamente, sintiendo su corazón muy pesado.

“Sería genial.”

de la escuela y el batido de Olivia ya se había acabado, lo tiró casualmente al bote de basura, mientras Jacinto abría la

observando cómo se alejaba el coche, recordándole a la pequeña Olivia abandonando el orfanato aquella

cercanía entre esos dos momentos

hacia él,

ver a Olivia viva

realidad le decía que no era

estaba muy lejos.

pozo sin fondo, nunca se podía llenar.

le preguntó con entusiasmo a su hija, su

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Capitulo 1894

la

conformado con un sorbo de horchata y empujó un par de bocados con

“Bien.”

era mucho mejor que la

al carácter de Olivia, Félix se alegró con

guste? Si es así, mañana puedo hablar

un

le echó un vistazo.

a ver la tele en la sala

problema en la

canal de economía a uno de chismes

en la misma clase que alguien

giró los ojos, “¿Ginés?”

en ascenso entrando a un hotel con un director, mostrando

fijamente durante un buen rato, “¿Y eso no es

Olivia cambió de canal, “No fue fácil conseguir

dijo nada.

era algo serio y aun así no era tan importante

no es una historia de amigos

se encogió de piernas, con los brazos alrededor de las rodillas, tras

hacía él.

“¿Y luego qué?”

confundido, “¿’y luego

con un amigo de la infancia, ¿qué más podría pasar?”

“¡Podrían perder el control y tener

quieta un segundo, “¿Qué, como si fuésemos conejos?”

cara de asombro,

miró por dos segundos, luego volvió su atención a la televisión

hice?”

“Tú…”

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