Capítulo 21

La limusina los llevó directamente al aeropuerto en un viaje sorpresa que había preparado Mikhail, no sería mucho tiempo porque ambos tenían obligaciones. Él estaba en plenas negociaciones con Patrick O’Brian y ella comenzaría el semestre en una universidad local. -Debí haberme cambiado el vestido antes de salir del hotel, tenía preparado lo que vestiría en el vuelo -dijo Jelena mientras admiraba el lujo del avión que Mikhail había alquilado para el viaje. 

-Le pedí a Katerina que empacara tu ropa de viaje en tu maleta de mano, no quería perderme el placer de quitarte el vestido de novia -expresó admirándola-. Cuando el piloto coloque la señal de quitarnos el cinturón de seguridad, podremos pasar al dormitorio a descansar un poco. 

-¿Estás seguro de que quieres descansar? -preguntó provocadora. 

«Va a volverme loco», pensó Mikhail mientras la observaba con deseo. 

Estaba muy hermosa. Aunque siempre supo que se casaría con ella había tenido sus dudas sobre cómo les iría en el futuro, sin embargo, ahora que habían pasado tiempo juntos le gustaba su mujer y esperaba tener un buen matrimonio. Se había prometido que haría todo lo posible por hacerla feliz y que sería un hombre fiel. Su resolución se había afianzado más desde que volvió a verla, esta Jelena adulta lo tenía alrededor de su dedo meñique. Su esposa era mucho más que una mujer sexy y hermosa, tenía muchas otras cualidades, amaba a su familia sobre todas las cosas, lo supo al verla con su hermano y sobrinos, y ahora, él sería parte de su familia. Cuando tuvieran hijos sabía que sería una buena madre, le gustaban los niños y su trato hacia ellos era muy bueno. 

celarlo hasta el infinito, incluso tratar de hacer de su vida un infierno cuando estaba furiosa y, aunque le desesperaba lo malhablada que era en esos momentos, por dentro se regocijaba de despertar en ella ese sentimiento, significaba que sentía algo por él. Ahora sabía que estaba de su parte hacer que lo amara, que se enamorara de él de manera que surgiera esa ternura que sabía que estaba dentro de ella, la misma que solo dejaba ver con

rabillo del ojo vio que la azafata se acercaba y, con un gesto de la mano, le pidió que se retirara dejándolos solos. Desabrochó su cinturón, se levantó ante la mirada cargada de deseo de su esposa y con manos seguras hizo lo mismo con el suyo,

su butaca. Sin embargo, su esposa merecía una cama a miles de kilómetros de altura donde sintiera que estaba rozando las estrellas. Merecía que le hiciera el

besara, pero no lo hizo, la tomó de la mano y tiró de ella hasta encaminarla a una de las puertas que

dormitorio y él la tomó entre sus brazos y la apretó contra su pecho tan pegada a él, que Jelena pudo percibir su erección. Complacida levantó su mirada y pudo leer en los ojos de su esposo el mismo deseo que ella sentía, pero aderezado con un toque de ternura. Eso la incomodó porque podía manejar la pasión, pero no quería que

cuando los labios de Mikhail se posaron sobre los suyos, las piernas le temblaron y

vuelta -ordenó

le erizara todo el vello del cuerpo. Al llegar a sus caderas, Mikhail se levantó y deslizó sus manos por sus hombros, empezó a empujar el vestido hasta hacerlo caer a sus pies. Sus manos se deslizaron por su piel hasta posarse sobre sus senos, cuyas puntas estaban erizadas desde el primer beso; no llevaba sujetador. Siguieron bajando lentamente hasta su cintura apretándola contra su cuerpo hasta que pudo frotar su erección

giró hasta tenerla de frente, admirando su rostro sonrosado, su respiración superficial y sus ojos de gata, que lo miraban entrecerrados por

camisa. Imitando sus acciones, posó un beso en cada centímetro de piel descubierta. Al llegar al último botón, Mikhail temblaba

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