Capítulo 37 

Cuando cumplió los dieciocho años, sus hermanas decidieron hacer una fiesta para celebrarlo por todo lo alto. Toda la familia Kuznetsov estaba invitada, además de sus amigas del colegio. En ese momento se encontraba en una buena época y estaba tratando de encajar en un grupo. Jelena estaba muy entusiasmada con la celebración, desde que su mamá murió no había tenido un cumpleaños que fuera especial, y estaba feliz de compartirlo con su nueva familia. 

Jelena se atrevió por primera vez a usar un vestido un poco más corto. Aunque aún tenía kilos de más, su piel estaba bonita y el costoso trabajo de ortodoncia que le estaban haciendo había mejorado mucho su sonrisa. El vello de su cuerpo había sido eliminado con un tratamiento láser al que fue empujada por Gema; había tenido mucho miedo, pero su sobrina se lo hizo primero y, al ver el maravilloso resultado, se atrevió. Había quedado muy contenta con el mismo. Se sentía más bonita que nunca, Gema la había maquillado y ayudado a escoger el vestido y los zapatos. 

Estaba junto a sus hermanas, recibiendo a los invitados, cuando vio llegar a su prometido, estaba guapísimo y en él su esmoquin lucía regio. Al fin entendió cuando sus amigas veían a un chico que les gustaba y decían que se lo comían con los ojos, porque eso fue lo que precisamente hizo. Detalló su cabello engominado, paseó la mirada por las cejas gruesas y por sus ojos verde claro, con ese color característico de los Kuznetsov, e imaginó que sus hijos lo heredarían. Se imaginó a sí misma con un adorable bebé en brazos, regordete y con la misma hermosa mirada. Saliendo de su ensueño volvió a su examen, su nariz perfecta y sus labios gruesos le hacían una muy atractiva cara. El rubor subió a su rostro cuando llegó a su lado y la besó suavemente en la mejilla. 

-Feliz cumpleaños, Jelena -dijo con ojos amables-. Estás muy bonita hoy. -Gracias –respondió, turbada. -Estaré pendiente cuando termines de recibir a los invitados, quiero darte mi regalo -añadió Mikhail antes de entrar al salón. 

-Está bien, Fue todo lo que atinó a decir, su corazón retumbaba en el pecho, todo su resentimiento se evaporó detrás de una nueva ilusión. ¿Le gustaría?, ¿se habría dado cuenta de que ya era una mujer?, iqué ya estaba en edad de casarse? Como pudo, terminó de atender sus obligaciones como anfitriona mientras sus ojos buscaban a su prometido entre los invitados. Lo divisó a lo lejos, cerca de la barra, y se acercó discretamente porque le daba vergüenza que él se diera cuenta de que ela lo buscaba. Se sentia timida, escondida detrás de una planta se dedicó a esplarlo, a llenarse los ojos con su presencia Vio a la rubia que se acercó a él devorándolo con los ojos, ora Gaby, la organizadora de eventos que Ivanna había contratado para organizar su fiesta 

-Hola, guapo, cómo has estado? -saludó coqueta, pasando una mano por el pecho de Mikhail. 

bien, gracias, y tú cómo estás? -respondió él, dando un paso hacia atrás.

que no salimos, ¿por qué no vamos a mi casa al terminar este evento? Podemos rememorar viejos

mi prometida y le debo respeto. -¿Esa niña es tu prometida?, ¿tan joven? -preguntó con asombro. -Sí, es mi prometida y me casaré con ella -dijo con seriedad. -¿Cuándo? Es poco más que una niña-preguntó con asombro.

con una mujer colgando del brazo todo el

lo siguiente-…todavía es una niña. Soy diez años mayor, pero te aseguro que cuando ella esté preparada nos casaremos y será la única mujer

un baño ahogando las lágrimas que querían salir de sus ojos, las contuvo a fuerza de rabia. Era una estúpida, Mikhail la seguía viendo como una niña y utilizaba a otras mujeres para su placer, pero ella sería la esposa que tendría en su casa cuidando de sus hijos, mientras él seguía de mujeriego por la calle. No podía hacer nada por el momento, no podía romper el compromiso porque si no, su padre vendría para llevarla de nuevo a Rusia y la obligaría a casarse con algún otro hombre, que quizás fuera peor que Mikhail. Había aprendido mucho acerca de cómo era su progenitor viendo lo que había hecho con sus hermanas,

con una mujer agarrada a su brazo la primera vez que lo vio estaba con Gema, la rabia y la decepción le nubló la vista unos segundos Se obligó a mirar la foto y a leer todo el artículo, lo llamaban «el oligarca ruso» y alababan su buen gusto para las

le importaba. Gema decia que ese tipo de publicaciones sobia lo que la gente quería leer, que no necesariamente era cierto y que lo más

maquillaje, miró su cara enrojecida y,

preguntó

pero me siento blen -respondió Jelena con seguridad

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