Capítulo 38

-Hermanas, hay algo que quisiera pedirles -dijo Jelena a Ivanna y Katerinas días después de su fiesta de cumpleaños. -Lo que quieras, cariño -respondió Ivanna. -Quiero que me ayuden a evitar a Mikhail, en este preciso momento no quiero verlo – Pidió Jelena, aunque estaba muy nerviosa su voz era serena. 

-¿Sucedió algo en la fiesta que te molestó? -preguntó Katerina que era más perspicaz. -No, Kate, solo que cuando me entregó el anillo me senti abrumada, no me lo esperaba y creo que aún es pronto para pensar en casarme, no me he terminado de graduar de la secundaria, y aunque me siento mejor, mi psiquiatra dice que me tome los cambios con calma. 

-Entiendo -Asintió Ivanna. 

-Este momento de mi vida es de cambio, dejo la escuela para irme a la universidad, quiero estudiar y tener un futuro profesional y no quiero tenerlo a mi alrededor cortejándome porque sé que eso solo me generará estrés. -¿Por qué hablas con Mikhail y le dices que pospongan el compromiso hasta que te gradúes en la universidad? 

-Porque no quiero que crea que quiero romperlo, quizás cuando me vaya a la universidad y no esté viéndome en cada reunión familiar, entienda que aun me faltan etapas por vivir. 

lo que deseas, está bien, Jelena -respondió

podia decirles a sus hermanas, sobre todo a Katerina, que adoraba a Mikhail, que lo que en realidad quería era no verlo. Romper el compromiso, en su mente, casi sintió que su padre la

y Alexander, quienes prometieron guardar el secreto de su condición y hacer lo

mantenerla lejos de su prometido mientras

estuvo pendiente de ella. Cuando Gema vino al funeral se sorprendió mucho al ver a suliatal camblada Jelena le contó el proceso de sanación por el que estaba pasado y su sobrina se alegró

reservada para el des aliso de los

esquivó en cada cumpleaños, Navidad y cuanta

secundaría había perdido veinte kilos y se sentía fabulosa, esa noche salió de celebración con sus amigas. Llevaba puesto un vestido acorde a su edad. En la euforia provocada por el baile y por un par de cócteles, se atrevió a besar a un chico por

 

lo que prefirieron compartir un apartamento en vez de quedarse en el campus. El psiquiatra y la psicóloga que la trataban trasladaron su caso a otros colegas en Durham para que continuara su tratamiento. Siguió con su programa de ejercicios y fue en ese año cuando llegó a su peso ideal. Se sentía muy bien, había superado su depresión

de danza del vientre. Por primera vez en su vida se sintió bella y atrevida. Sus caderas se movían con ritmo propio y un nuevo mundo de sensualidad se abrió ante sus ojos. Finalizando el primer año, la escuela de danza hizo una representación pública para familiares y amigos y, a pesar de ser novatas, las incluyeron por lo bien que lo hacían. Ninguna de

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