Capítulo 10

Se la pasó bastante bien y tranquilo, como si estuviera de paseo por las tiendas.

Sergio se dio la vuelta, y con un tono lleno de rabia dijo: “Gabriela Muñoz, te has vuelto loca o qué! ¿Qué haces siguiéndome?”

Gabriela sonno ligeramente, “Tio, me apellido Yllescas y me llamo Gabriela Yllescas. Además, esta calle no es de tu propiedad, si tú puedes caminar por ella, yo también puedo.”

Sergio se atragantó, y siguió caminando mientras refunfuñaba.

En un rato, llegaron a un lugar lleno de luces brillantes.

Era el casino subterráneo más grande de Capital Nube.

Antes de entrar, Sergio juntó las manos y rezó con devoción: “¡Virgen Maria, bendiceme! ¡Virgen María, bendiceme! Que me llegue la buena suerte. Cuando gane mucho dinero, te traeré ofrendas y dinero.”

El casino estaba lleno de humo y de gente de todo tipo.

Los que ganaban dinero estaban eufóricos.

Los que perdían no podían contener su tristeza.

Sergio era un cliente habitual del casino, por lo que nada más acceder al lugar, algunos lo saludaron,

¡Ahi viene hermano Sergi!”

*¡Qué tal hermano Sergi!”

“Hermano Sergi, ¿quién es ella? ¿Una pariente tuya?”

Fue entonces cuando Sergio se dio cuenta de que Gabriela había seguido sus pasos hasta el casino. Dio unos pasos hacia atrás para mantener distancia, “¡No la conozco! ¡No tengo nada que ver con ella!”

Pero Gabriela no se molestó y siguió a Sergio hasta una mesa de apuestas en el fondo..

ponerse roja y afónica, “Grande!

tapa que cubría los dados y dijo sonriendo: “Tres, uno, cinco. ¡Pequeno!”

cómo que salió

“¡Vaya mala suerte!”

siguiente ronda, apareciendo áreas para apostar y también se podían elegir números

oído atento, se concentró en el sonido de los dados

algunos números, luego juntó las manos y oró por

bendición divina.

pon en él cinco, seis y

con desdén, sin ocultar su

se creia que era

esa seguridad, ¿pensaba que era una especie de diosa

*¡Qué chiste!

1/2

14.00

de que todos apostaran, el crupier reveló

a Gabriela

podia creer, la niña lo

¡Qué potra!

calmarse, Sergio siguió

“Tio, te equivocaste otra vez. De nuevo caerá en grande, en los números: seis,

uno.”

resultado, Sergio se quedó boquiabierto.

le había

adivinado otra

saliva

volvió

podía creer que, con años de experiencia, iba a ser menos que una

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