Capítulo 11

Habia apostado en la parte grande diez veces seguidas, ¿será esta vez la de apostar a la parte pequeña?

¿Estaría esa ingrata de Gabriela jugando con él?

¡Estos eran los últimos billetes del dinero que le quedaba, treinta dólares!

“¡Diez veces seguidas a la parte grande! ¡Esta vez tenía que ser grande!” la gente alrededor apostaba todos a lo grande.

Sergio respiró profundamente, con las manos temblorosas y un sudor frío recubriendo su frente.

“¡Venga, hermano Sergi, a la parte grande! ¡Seguro que es grande! ¡Mira cuántas veces has perdido ya! ¡Si vas con nosotros esta vez, no te puedes equivocar!”

“¡A la parte grande, claro que si!”

Tenía que ser grande.

Fue entonces cuando alguien le sacó de las manos su billete suavemente y una voz clara resonó en el aire, “Vamos a la parte pequeña, japostemos al tres, uno, cuatro!”

“Lo hiciste a propósito, ¿verdad? ¿Quién te dijo que apostaras a la parte pequeña?” Sergio miró enfurecido a Gabriela.

Gabriela se quedó tranquila, sin responder ni explicar nada,

-De inmediato alguien echó más leña al fuego, “¡Ay Sergi, esta vez sí que has perdido hasta los

pantalones!”

“¡Esta no cuenta! ¡No fue mi elección! ¡Yo quería apostar a la parte grande!”

detuvo, “¡Las apuestas están hechas! No rompas las reglas

su mano, mirando furiosamente a Gabriela, “Maldita niña, vas a pagar por esto!” Justo en ese momento, el crupier levantó la tapa y los

rigida de Sergio cobró vida al

¡Carajo!

verdad era

estaba escuchando

Gabriela con

¡Ganaron!

¡Realmente ganaron!

alrededor suspiraban y

¡Jajaja!” Sergio, emocionado, agarró la mano de Gabriela

creía en

14.01

una leve sonrisa, Gabriela susurró, “Pequeño, tres, uno, cuatro.”

“Vale!”

varias veces seguidas, y Sergio sonreía hasta no poder ver, hacía

¡Qué placer!

observada por una figura esbelta en el balcón del segundo piso de la sala de

hacia adelante, con el rostro cubierto por

un collar de rosarios en la mano, y los

hermosa que cortaba la respiración.

un punto abajo y exclamando, “¡Carajo, esto es

chica pudiera tener

Aquello era impresionante.

hombre volteó al instante.

miraba atentamente la figura abajo.

como si estuviera cubierto por la luz de la nieve, radiante pero con una claridad

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