Capítulo 22

Eva asintió en acuerdo, “Solo dinos algún nombre y tu abuela y yo iremos a pedirle la mano por ti. ¡No diremos ni una palabra en contra!”

Sebastián replicó con otra pregunta, “Mamá, abuela, ¿creen que el significado de la vida es casarse, tener hijos, y que ellos hagan lo mismo en un ciclo hasta el final de nuestros días?”

¿Qué sentido tiene una vida tan planificada? Se preguntaba Sebastián, pensaba que era

mejor creer en uno mismo que en el amor.

Al menos él mismo podía construirse un imperio comercial.

Sebastián estaba acostumbrado a estar en la cima, donde todo estaba bajo su control.

La vida de una persona no tiene por qué girar exclusivamente en torno a casarse y tener hijos.

la abuela Zesati se atragantó y luego dijo: “Sebastián, si tú mismo no quieres buscar a una esposa, entonces tu abuela lo hará por ti. No puedo dejar este mundo sin verte casarte y tener hijos, de lo contrario, no podré descansar en paz.”

Sebastián frunció el ceño ligeramente.

Viendo que Sebastián no parecía contento, la abuela Zesati de inmediato se llevó la mano al corazón y dijo, “¡No puedo respirar! ¡Qué sofocante! Creo que me voy…”

Eva corrió hacia ella inmediatamente, sosteniéndola con una mano y ayudándola a respirar con la otra, “Mama! ¿Cómo estás? ¿Estás bien? ¡No me asustes!”

Al terminar, Eva miró a Sebastián y dijo, “¡Mira cómo has alterado a tu abuela!” Después miró a su madre y dijo, “mamá, no te enojes, descuida, Sebastián es un buen chico y seguro que te hará caso.

a subir

dos no le dieron a

Por otro lado.

En la farmacia.

receta al farmacéutico.

la tomó y, tras echarle un vistazo a Gabriela, comentó: “¿Esta receta es para tratar la anemia y la malaria?”

“Si“, asintió Gabriela.

el teléfono o la direccion de este anciano médico que la

fue hecha por un médico con años de experiencia.

era antigua

dijo. “La persona que hizo

es tiempo para bromas“, dijo el farmacéutico con una sonrisa.

compleja, tienes que pasar por décadas de estudio paral

tener apenas diecisiete

en día hablan demasiado a la

enferma soy yo, ella es mi hija, y la receta la

seriedad de Sofía, el farmacéutico entrecerró

confirmó Sofía

poco y luego dijo, “Entonces, ¿podrías dejarme tu número

“Por

le pasó a

llamo Gabriela Yllescas, no tengo teléfono móvil, este número es de mi tío, si necesitas algo, llámalo directamente,

dueña seguramente tenia un

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