Capítulo 100

“Claro,” asintió Gabriela con una sonrisa, “Solo deme un momento, por favor.”

En ese instante, una pareja joven entró al local. “Disculpe, ¿esta es Cocina Privada de los Yllescas?”

“Si, este es,” respondió Gabriela rápidamente, acercándose para acomodar a los clientes y luego les llevó los postres que se ofrecian como cortesia.

Sofía se quedó completamente sorprendida y cuando la pareja terminó de ordenar, tiró del brazo de Gabriela y preguntó: “Gabi, ¿qué está pasando aquí?”

Gabriela le explicó todo con una sonrisa en su hermoso rostro.

Resultó que tres días antes, Gabriela había registrado el restaurante en una plataforma de comida y habia configurado una promoción de descuentos por tiempo limitado en el sitio web.

Preocupada de que el sitio no tuviera suficiente tráfico, Gabriela incluso escribió un texto para incrementar la campaña publicitaria.

Por lo tanto, atrajo a muchos clientes.

Ahora estamos en la era de la información, y no se puede seguir haciendo las cosas de la misma manera antigua.

Había que mantenerse al día con los tiempos.

estaría tan segura

veo.” ¡Qué capaz es su hija! Si

momento, más clientes entraron al restaurante y Gabriela continuó: “Mamá, vaya a preparar los platos, por favor. Esa mesa también ordenó cabeza de conejo al ajillo, yo atenderé a los clientes.”

respondió Sofía, y se

media hora, el restaurante, que estaba vacío, ahora tenía la mitad de

gente se le hiciera

de cabello corto, al pagar la cuenta, pidió llevarse diez cabezas de conejo al ajillo, “Señorita, ¡la comida de aqui es

haré un descuento, ¡y aquí tiene una tarjeta de miembro exclusiva de nuestro

cabello corto tomó la

del restaurante, incluso tomó una foto del lugar y la publicó en sus redes sociales, “¡La nueva cocina privada Los Yllescas en Capital Nube tiene una comida increiblemente deliciosa! ¡La mejor de

hora de la comida, la cantidad de clientes

negocio, Sofia se llenó de

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minimo.

de la tarde, cuando la hora del almuerzo había terminado, la cantidad de clientes empezó a disminuir.

día bastante ajetreado, madre e hija aún no habían comido, así que aprovecharon el tiempo libre para preparar un par de tazones de

tazón y se lo llevó

sentada en la caja registradora, mirando su

inglés, Sofía, que no podia entender, le pasó el tazón a Gabriela, “Gabi, es hora de comer.

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