Capítulo 104

Gabriela terminó su carrera matutina y llegó a casa justo a las siete y media.

Después del desayuno, madre e hija se dirigieron al restaurante.

Con la experiencia del día anterior, Sofía había preparado el doble de platos que el día de la inauguración.

Apenas abrieron, ya había gente que venía a comer.

Como Gabriela había dicho, había aún más clientes que el día anterior y estuvieron ocupadas hasta las dos de la tarde, cuando por fin pudieron descansar por un rato.

Durante la pausa del mediodía, dos jóvenes vinieron a solicitar trabajo como camareras.

Gabriela, sonriendo, dijo: “¿Sería posible que me mostraran su documento de identidad?”

“Claro.” Ambas sacaron sus documentos y se los pasaron a Gabriela.

Una se llamaba Lia y la otra Nora, ambas de 22 años.

Después de revisar los documentos, Gabriela continuó: “Señoritas, el salario aquí es de tres mil al mes, se empieza a trabajar a las diez de la mañana, hay una hora de descanso al mediodía y se termina a las diez de la noche. Si les parece bien, pueden ir a hacerse un chequeo médico y empezar a trabajar mañana.”

El salario mínimo en Capital Nube era de dos mil quinientos, pero Gabriela, considerando que el trabajo en la hostelería era bastante duro, decidió añadir unos quinientos de más.

Al oír que el salario era quinientos más al mes que en otros lugares, ambas asintieron de inmediato: “¡Perfecto! Entonces, empezaremos mañana.”

“De acuerdo.”

contrató a una

cocina.

del español estándar, había buscado muchos trabajos sin éxito. Al

muy contenta.

me necesita, puedo empezar a trabajar hoy. No se preocupe, trabajaré gratis hoy, no es necesario que me

Hoy ve al hospital para un

Sra. Alicia agregó: “Entonces, vendré mañana

misma calle estaba la tienda de frutos

otra dueña de tienda

¡

le ofreció un puñado

comer las semillas y comentó: “¡Ese Martínez que se encarga de vender arroz con cerdo es un sinvergüenza! No puede vender su arroz, jasí que ahora está mirando el negocio de los demás! ¡No puede ser que se haya

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Capítulo 104

Y las dos que se hicieron cargo de su tienda anterior son unas tontas. ¡Les advertí y todavía no se han dado cuenta de que deben

apellido es Yllescas, ¿es eso cierto?” preguntó Sra. María.

Fabiana asintió.

continuó: “¿Cómo les va

no tuvieron ni un solo cliente para comer. ¡Apuesto

fuera una tonta!”

yo

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