Capítulo 5 Podría quedarme con usted

—¡Bonita, está justo delante! —exclamó Gregory mientras señalaba el salón de adelante. «Papá debe estar ahí dentro ahora mismo, y cuando vea a esta guapa mujer, ¡seguro que se enamorará de ella! ¡Entonces al fin se convertirá en mi mami!», pensó.

En marcado contraste con la emoción del pequeño, Tessa estaba inquieta. En ese momento se encontraban en la sala VIP, que estaba metida en el centro del yate. En la entrada había una hilera de guardaespaldas, que parecían estatuas anchas e imponentes, con una fachada intimidante.

Al verlos, Tessa aminoró sus pasos y dudó:

—Oye, pequeño, ¿por qué no te dejo aquí y tú caminas el resto del camino? Seguro que no tengo que entrar contigo.

El niño le rodeó el cuello con sus brazos mientras gritaba:

—¡No, quiero que entres conmigo!

—Pero… —ella no sabía qué debía hacer. Los Sawyer podrían estar en ese salón ahora mismo, y sería inapropiado que ella, una extraña, se entrometiera.

—¿Acaso te caigo mal? —preguntó. De repente, el niño hizo una mueca, sus grandes ojos brillaron mientras la miraba con tristeza.

De inmediato, ella respondió:

por supuesto, ¡me caes bien! ¿Cómo no, si eres

que me mientes cuando dices que te caigo bien —murmuró el pequeño, con la voz a punto de romperse en un llanto mientras mantenía sus brazos alrededor

salón, pero se asustó tanto al ver a su propio hijo lloriqueando en brazos de una mujer que se detuvo en

por ninguna otra mujer. Se echaba atrás con disgusto cada vez que alguien le rozaba

oír las pisadas que se acercaban, Tessa levantó la vista y al instante cruzó la mirada con dos hombres muy guapos. Reconoció primero a Kieran: Era algo así como la mano derecha del Grupo Sawyer. Aparecía con frecuencia en las revistas de finanzas y estaba entre los diez solteros más codiciados de la

niño en brazos de Tessa. El hombre parecía haberse instalado en la cima de la cadena social, como si fuera un rey intocable. Aunque tenía un

Era una figura esquiva que no había aparecido ni una sola vez

respiración cuando sintió que sus miradas se fijaban en ella, y de inmediato inclinó

para la celebración de hoy. El joven señor se paseó antes por el salón

cuenta de que no tenían nada que preocuparse. Con voz fría

señorita Reinhart. Puede irse después

cuando hablaba, era como

dejar al pequeño en el suelo. Sin embargo,

pongan en el suelo! Quiero que la bella dama me lleve en

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