CORAZONES ATADOS. CAPITULO 27. Un hermoso souvenir 

Maddi sentía el cuerpo rígido, un regusto amargo en la boca y ganas de golpear a alguien. Vio a Beatrice Westerfield levantarse de encima de James y se fijó en que él todavía tenía el pantalón puesto, el cinturón había desaparecido y la bragueta estaba abierta pero al menos todavía no había nada fuera de lugar. 

Beatrice se subió torpemente el vestido, intentando cubrirse el brasier mientras pronunciaba cien excusas como si de verdad estuviera nerviosa y avergonzada. 

-¡De verdad lo siento, Madisson! ¡Esto es una locura, lo lamento, qué vergüenza! ¡Solo… nos pasamos de copas y nos dejamos llevar! -dijo pero no se fue de allí. 

Los ojos de Maddi fueron a la cara de James. ¿Pasado de copas? Hacía solo cinco minutos James estaba más claro que el agua y ahora… lo vio recostar la cabeza en el sofá y gruñir con frustración, pero ni siquiera dijo una palabra. ¿Pasado de copas? James estaba volando peor que Buz Light Year, al infinito y más allá. 

Maddi apretó los labios y miró a Beatriz con una expresión desafiante. 

-Pasados de copas, no? -repitió con una sonrisa sarcástica-. ¿Y esa es la mejor excusa para meterte con un hombre que tiene novia? 

-¡Oye, yo no me metí con nadie! ¡Los dos hicimos esto! -escupió Beatrice con desprecio-. ¡No te olvides de con quién estás hablando! ¡Yo soy Beatrice Westerfield y James siempre ha estado detrás de mi! Respeté su matrimonio pero no tengo por qué hacer lo mismo con… lo que sea que tienen ustedes. Es obvio que James me prefiere a mí, por eso esta aquí conmigo, ¿no? 

Maddi volvió a mirar a James, que parecía más perdido que nunca, y se limpió las lágrimas que tenía en la cara. Luego cerró la puerta de la biblioteca tras ella y le pasó el seguro, caminando hacia la otra mujer. Beatrice se tensó, pensando que Maddi iba a golpearla o algo, pero en lugar de eso ella pasó a su lado y se sentó en una butaca que quedaba muy cerca de ellos, justo de frente. 

-Tienes razón, si tú eres la mujer que le gusta a James no hay nada que yo pueda hacer -murmuró- Así que por favor… continúa. 1 

Maddi vio cómo la distinguida Beatrice Westerfield se ponía pálida y luego roja de la rabia. 

-¿Disculpa? 

-Dije que por favor continúes -confirmó Maddi cruzando las piernas y acomodándose-. Lo que sea que le ibas a hacer… puedes seguir. ¿Qué era? ¿Una mamada? ¿lbas a intentar follártelo? Buena suerte tratando de que se le pare en ese estado, deja ver… ¡James! -se inclinó hacia adelante y chasqueó los dedos frente a su cara sin lograr nada más que unos pocos pestañeos de reacción-. ¡James, despierta! ¡ La golfa esta quiere follar! ¡Vamos cariño, no nos hagas quedar en vergüenza! -Pero James estaba más perdido que una vaca en un gimnasio y Maddi suspiró con dramatismo-. Pues evidentemente no va a rendir mucho, pero tú intentalo. 

Beatrice gritó como si le hubiera dado dos bofetadas. 

-¿Estás loca? 

-Pues no, solo te digo la verdad, eso no se le va a poner duro -replicó Maddi con inocencia-, pero al menos deberías hacer el esfuerzo, ¿no? Tú ponte de rodillas, sácaselo ¡y empieza a chupar como si te fuera la vida en ello! 

tienes vergüenza!? -le gritó

¿O acaso tú lo olvidaste? -sonrió Madi-. No, linda,

punto de un colapso mientras

distinguida aristocrata-. ¡Tu novio te estaba engañando conmigo!

se levantó y caminó hacia

pantalones-replicó Maddi-. Y en cuanto a dignidad, ¿cómo puedes hablar de eso cuando estás haciendo el triste papel de la golfa de turno? ¿Qué tal si para el próximo Halloween te

surcó el rostro en un segundo y

que estás hablando,

Maddi agarró el tomo más cercano de la enciclopedia, lo agarró con las dos manos, y se lo descargó contra la

de la A a la G pasando por la E, para que aprendas lo que es Educación! -espetó lanzando el libro a sus pies. ¡Y ahora desaparécete de mi vista antes de que también te enseñe Decoro,

nariz solo emitía un sonido nasal y desagradable. Finalmente salió de allí corriendo y Maddi apretó los puños con una sonrisa. Sacó el teléfono de su pequeña cartera, que había quedado tirada sobre la

favor necesito sacar a James de aquí. Pregunta dónde está la biblioteca y ven a buscarnos -le dijo la muchacha y

con cuidado. -Suélllltame, perrrra, que estoy comprrrrrr… commmmm….

y el cuello de todo el labial de Beatrice-. Vas a estar bien, ya casi nos vamos – dijo dándole un beso en la mejilla después de

habían drogado, había que

fondo de la casa y cruzaron varias dependencias que eran solo para la servidumbre. Por

no se subió con

y no dejes que lo vean. Prepárate para irnos cuando yo regrese -le ordenó. -Pero señorita… se supone que yo la cuido a

importante, Sibar -dijo ella con suavidad-. Pero no te preocupes, voy a estar

nada me va a pasar, te

dio la vuelta y se dirigió de nuevo al interior del edificio, pero no se fue al salón de inauguración sino a la cocina. Sobra decir que todos se sorprendieron al verla, pero nadie se atrevió a decirle nada mientras la veían investigar en la

una cafetería durante seis años, así que sabía muy bien lo

cocineros y ella sacó un frasco de especias

en blanco -pidió y

la despensa, solo que no lo usamos mucho. Ya se lo busco respondió

nadie la notara y en eso era bastante buena. No se movió de su sitio

los rollos de papel higiénico que había y los tiró en

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