JUEGOS DE SEDUCCIÓN. CAPÍTULO 18. Ninguna historia de amor tiene un final feliz 

Sophia sentía que estaba quemándose. ¿Cómo era posible que quisiera ahorcarlo con el velo de novia, pero solo para acercarlo más y poder besarlo mejor? La boca de Rex recorría la piel de su cuello, haciéndola vibrar mientras sus dedos bombeaban dentro de ella sin descanso, arrancándole gemido tras gemido. 

– ¡Suéltame, maldit @ sea! –grunó ella furiosa. 

Los labios de Rex se deslizaron hasta su oreja mordiéndola antes de sisear: 

-¡Tienes que decirlo con más convicción, como yo cuando te digo que te voy a hacer gritar más de lo que gritaste anoche! 

Sophia se retorcía de éxtasis mientras Rex movía implacablemente sus dedos dentro de ella, haciéndola gemir y jadear con cada empuje. 

– Te odio -gimió, sintiendo que el fuego entre sus piernas crecía más y más. 

– ¡Eso, repítelo hasta que te lo creas! 

Con una sonrisa perversa en el rostro, Rex continuó besándola, mordiendo y lamiendo su cuello mientras sus dedos hacían su magia dentro de ella. Podía sentir que se acercaba cada vez más al límite, hasta que finalmente la sintió sostenerse de él y en ese mismo momento se detuvo. 

-¡Te voy a matar! -gruñó ella con aquella insatisfacción ardiéndole en la piel. 

-¡Qué bien, porque ya somos dos! 

Rex agarró uno de los vuelos de aquel vestido y lo rompió en canal hasta que llegó a su vientre. Gruñó haciendo fuerza y terminó de destrozarlo completamente, apretándose contra el desnudo calor de su cuerpo cuando la ropa dejó de estorbar. Acarició sus pechos con urgencia mientras su boca bajaba para encontrarlos y los devoró uno por uno, lamiendo y mordiendo aquellos pequeños pezones. 

Sophia estaba completamente perdida en ese momento, jadeando descontroladamente mientras intentaba empujarlo… o agarrarlo… ¡Ya ni sabía! Y a todas estas ¿por qué tenía que saber? ¿Por qué tenía que ser ella la que se comportara bien? 

Las manos de Rex eran demandantes y cálidas sobre su cuerpo. Estaba desesperado por ella. Enojado, frustrado y desesperado. Le dio la vuelta, arrancándole lo que quedaba del vestido y pegando su mejilla a la frialdad de la pared. 

-Abre las piernas -exigió pegándose a su espalda y ella apretó los dientes cuando lo escuchó sacarse el cinturón. 

-¡Púdrete! -gruñó, pero la verdad era que aquel sonido del cierre bajando y aquella erección monstruosa entre sus nalgas, era la cosa más erótica del mundo y no quería resistirse a ella. 

-Abre las piernas… Sophi -siseó él y escucharlo por primera vez decir su nombre en aquel tono le aflojó hasta los malos pensamientos—. ¿Vas a decirme que no quieres esto? Rex sonrió maliciosamente y sin dejar de mirarla a los ojos, acercó su erección a la entrada de su cuerpo húmedo y caliente. Su miembro recorrió el húmedo camino entre sus piernas y ella se mordió los labios para no gemir. El solo hecho de rozar contra ella fue suficiente para que ambos jadearan de anticipación. 

-¡Que conste que me estoy resistiendo! -espetó. 

– ¡Pues resístete mejor porque no se te nota! -replicó él 

presionando contra su entrada y Sophi casi se paró en las puntas de los pies para escapar. 

-¡No… espera…! 

tarde, un instante después aquella erección se abría camino furiosamente a través de su carne y Sophi

desvanecerse cuando se sumergió en Sophia, con su miembro duro y urgente contra el de ella. Se movía con una

placer, su pulso se aceleraba mientras Rex seguía

era justo su primer instinto para escapar de aquello que pretendía ser castigo pero solo dolía como placer-.

y un tono que era un SÍ rotundo.

ver aquella expresión de satisfacción absoluta en

necesitaba, era su droga, y él no podía controlarse. Sus cuerpos se movían en perfecta armonía y Rex sabía que aquello era mucho más que sexo;

su cuerpo. Sophi grito sintiendo cómo tocaba su final y

de dolor y placer. No podía soportar más, estar así pegada a la pared era lo más erótico que le había pasado en la vida y

-¡Rex…! 

– avisó y

su alrededor, solo quedaba aquel

en uno solo. Rex bombeaba contra ella, la follaba salvajemente y Sophia se aferraba a aquella pared como si su vida dependiera de ello. El placer era indescriptible, la sensación de tenerlo

cuando sintió que su cuerpo se acercaba al orgasmo. Era una

te haga terminar, bebé? – preguntó él con los dientes apretados mientras intentaba mantener

curva tensa de su cuello y ella supo que de verdad no tenía opción. Gritó cuando el orgasmo se apoderó de ella con ferocidad, sacudiendo su cuerpo. Finalmente, con una última y profunda embestida que los dejó a ambos temblando y jadeando,

llenos de placer. Rex la abrazó, mientras las réplicas de su intensa

decencia de dejarte las rodillas sanas – gruñó y Sophi solo negó con condescendencia antes

sin mirarlo, mientras él se acomodaba también sin separar la vista de ella. Cualquier otra mujer en su lugar estaría haciendo un escándalo, Rex incluso recordaba

recogió los restos del vestido y lo metió en una bolsa. Luego tomó otro también muy hermoso de una percha y salió de allí sin

aquello en el mostrador de la tienda

todo, por favor. Si hicimos algún otro destrozo puede cargarlo también a esa cuenta -sentenció y un minuto después le

cesto de basura que vio

pasa. -Sus ojos se humedecieron y Rex se puso lívido-. Tenía que intentarlo porque me enamoré de ti cuando no sabía ni limpiarme el trasero sola, y simplemente… no se me pasa. Pero la verdad es que sin importar lo que uno haga ninguna historia de amor tiene un final feliz, si es

y las lágrimas le subieron

sus mejillas. 

-Sophi… 

marcado y el mío… el mío era este. -Sophi tomó la bolsa de su vestido de novia y negó sin mirarlo-. Ojalá nunca te hubiera

Le tomó un minuto, solo un minuto salir a la calle, pero

más que Rex espero no llegó ni en ese momento ni en ningún momento

pie frente a una de las ventanas del salón. -¿Estás bien? — le preguntó.

-Sí. 

– ¿Ya comiste? 

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