CORAZONES ATADOS. CAPÍTULO 14. ¿Tú estás dispuesta a seguir? 

A Maddi se le escapó un gritito de sorpresa cuando James la levantó contra la misma puerta de 

entrada. 

¡Ay Dios! ¿Si sabes que tus padres siguen afuera? 

-¡Y los estamos oyendo! -escucharon gritar a Nathan, pero James solo rio, la hizo envolver las piernas en su cintura y se la llevó a… la siguiente puerta cerrada. 

Su boca devoró la de Maddi, arrancándole un gemido de placer mientras acariciaba su cuerpo por encima de la ropa. 

Maddi atrapó el rostro de James mientras se besaban, sintiendo la punta de su lengua explorar su boca. Sus manos se deslizaron por sus hombros y recorrieron su pecho, ardiendo a medida que memorizaba cada músculo. No pudo evitar arquearse hacia atrás contra la puerta, sintiendo la dura erección presionando contra su sexo, como si hubiera conectado una corriente eléctrica que la hacía temblar de deseo. 

James la llevó escaleras arriba, sentándola en la cama para sacar su vestido sin ningún esfuerzo. 

Su piel estaba caliente al contacto de sus labios, y Maddi se derritió en sus brazos mientras él la besaba profundamente. Suspiró en su boca cuando le soltó el broche del brasier para recorrer sus pechos desnudos, y se estremeció cuando sus dedos juguetearon con los extremos sensibles de sus pezones. 

James los chupó y mordisqueó, sacándole gemidos entrecortados de placer, y Maddi se aferró a él mientras ondeaba contra su cuerpo. Estaba perdida en el calor de sus caricias, en la forma en que la hacía sentirse viva y ardiente. No había nada más en el mundo que ella y James, nada importaba excepto el presente. 

James se puso de rodillas ante ella, acariciando sus muslos con las palmas de sus manos. Sus dedos se detuvieron en la tela de su braga, y tiró de ella para quitársela. 

Fue una sensación nueva y aterradora estar completamente desnuda frente él, pero aquella mirada la hacía sentir segura y deseada. Sus manos se movieron por todas partes, acariciando, tocando, agitando todos sus nervios hasta que Maddi estaba temblando y jadeando de necesidad. 

Vamos a hacer esto muy despacito, muñeca, bien despacito porque no tenemos apuro… -¡Habla por ti! -jadeó ella y James sonrió mientras la empujaba suavemente sobre la cama y trazaba un camino de besos sobre su vientre. 

Tenía apenas una pequeña curvita, pero eso era suficiente para que le aleteara el corazón como un loco. 

-¿Crees que es extraño? -susurró besando su vientre. 

-¿Qué? 

-Que me excite saber que estás embarazada -murmuró él y Maddi le regaló una sonrisa 

suave. 

-Tenía miedo de que no te gustara, así que… ¡bienvenido el sano fetiche! -rio y James rompió en carcajadas. 

-¡Dios, eres tan linda! ¡Te quiero comer! -gruñó mordiendo con sensualidad sobre su piel y la escuchó jadear por la anticipación. 

Su lengua encontró aquel punto de placer perfecto sobre su sexo y lo atacó con lujuria, disfrutando de la forma en que la hacía cerrar las manos sobre las sábanas. 

Maddi se sentía como en un sueño. La presión de su lengua sobre su clítoris la hacía arder con necesidad, y gimió sin control cuando él reemplazó su lengua por los dedos para acariciarla y luego invadirla. 

-¡Estás empapada, nena! ¿Tanto quieres esto?-murmuró metiendo y sacando lentamente. sus dedos, como si necesitara asegurarse de que no le haría daño, hasta que ella gritó su nombre a punto de estallar. 

James se alzó entre sus piernas, acariciando todo su sexo con la punta de su miembro hasta que empezó a hacer presión contra su entrada. 

un segundo, nena —dijo él mordiéndose los labios y ella asintió sin

deseo y sintió cada segundo, cada milímetro con que James iba

él, y Maddi gimió cuando lo sintió

y

sobre ella y mordisqueando

principio, intentando no lastimarla, pero cuando Maddi arqueó su

-James… 

-¿Qué pasa, nena? 

necesito más! -susurró ella desesperada.

solo un poquito más, nena, solo poquito le advirtió y

fuerza, sintiendo como aquella humedad lo

sentía en llamas, su cuerpo se estremecía de deseo y necesitaba que James

lo ruego! -gimió ella y él

pero no podía resistirse a aquella mujer. La deseaba demasiado y necesitaba

más, sintiendo como sus cuerpos se fundían en uno solo. Maddi se aferraba a él mientras James

tiró de su

sintió anclarse a su cuello mientras seguía moviéndose con fuerza dentro de ella. Tenía ganas de dejarse llevar por toda aquella pasión que tenía acumulada, pero también tenía miedo de lastimarla. Se dio la vuelta, apoyándose en la cabecera de la cama

para mí. Déjame verte, tú sabes hasta dónde puedes llegar -jadeó acariciando sus pechos, y pronto se dio cuenta de

salvajes. Maddi se movía como si

pronto Maddi tomó el control. Sus caderas lideraban aquel ritmo y sus pechos se balanceaban contra él. Era una visión tan hermosa que James no podía resistirse a tocarla, así que acarició sus pezones hasta que sintió como se

su

espasmo, la agarró de las nalgas y la levantó un poco más, dándole una mejor penetración. Maddi soltó un grito

de placer al unísono mientras James bombeaba dentro de ella para llenarla por completo. No quería terminar, pero entre los gemidos de Maddi

justo cuando iba

dime lo que

-suplicó ella

-¿Y qué más? 

que te corras dentro de mí -gimió mientras su cuerpo se sacudía con fuerza. James

-Servida, señorita. 

derrumbó sobre él, enterrando la cara en su cuello. James la rodeó con los brazos y suspiró, sintiéndola temblar contra su pecho. El placer que había experimentado era indescriptible, pero sabía que

arrastró con él en la cama y permanecieron allí abrazados hasta

pecho y cerró los ojos mientras James la envolvía en un abrazo protector. Era perfecta para él en todos los sentidos, y aquella maravillosa sesión

-¿Estás bien? 

que tengo algo en

cosa? -preguntó él con preocupación.

rio ella y James hizo un

– 

¡No me

muchas veces en los

vida juntos, con un bebé. ¿Y

respiró profundamente y negó.

de eso y yo lo estoy. ¿Tú estás dispuesta a seguir? -preguntó

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