La Novia Equivocada Novela de Day Torres

LA NOVIA EQUIVOCADA CAPÍTULO 35

CAPITULO 35.

¿Estás seguro de esto? Nathan sintió como si alguien lo hubiera golpeado en el pecho con más fuerza de la que podía soportar. Se apoyó en el respaldo de una de las butacas, porque era como si de repente hubiera perdido todo el aire.

–¿Se fue...? ¿Cómo que se fue? – balbuceo y el abuelo se le quedó mirando con atención al darse cuenta de que estaba lívido.

–Sí, se fue, un auto pasó por ella, Meli se despidió de mí y de Sophia y salió – confirmó el abuelo, y Nathan definitivamente cayó sentado en la silla, llevándose dos dedos al puente de la nariz.

No podía creer el dolor que sentía solo por escuchar aquello. ¿Irse? ¿Cómo había podido irse?

– Por si te interesa, dejó la dirección de a dónde iba a estar y ella misma se puso hora de regreso a las once –murmuró el abuelo–. Creo que lo escribió en un papel allí por el escritorio.

Nathan se lanzó sobre aquella hoja y leyó con desesperación.

“Park Avenue 307, Maddison”

“11:00 pm”

–¿Te... dijo a qué iba? –preguntó preocupado.

–Un proyecto de la universidad, según entendí –dijo el abuelo-. Pero creo que tú entendiste algo diferente. ¿Qué le hiciste, Nathan?

Nathan respiró profundo y negó.

O

–Algo que tengo que resolver lo más pronto posible.

Salió de la casa y se dirigió al auto. Condujo hasta del 307 de Park Avenue y se estacionó afuera. No iba a interrumpir, solo quería saber que estaba allí y estaba bien. Milagrosamente, no pensó en que Meli bien podía haberse largado a una fiesta de fraternidad, aunque un susto de esos era exactamente lo que él se merecía. En cambio, a través de la ventana de aquella casa solo se veían a seis chicas reunidas, riendo y estudiando.

Se regresó a la casa, porque no hacía nada vigilándola, solo mandó al chofer

por ella, para cuando estuviera lista para regresar. Se aseguró de que Sophia se durmiera tranquila y luego se sentó en el salón, sin poder contener esa preocupación que lo atenazaba. No supo cuándo se durmió ni cuánto tiempo lo hizo, solo que despertó varias horas después, cuando una mano le acarició el cabello.

–¿Nathan? Hey, no puedes dormirte aquí –susurró Meli y él se sento medio dormido. Tiró de ella y abrazó su cintura, escondiendo la cara en su vientre por un instante.

–Solo quería asegurarme de que llegaras bien –murmuro él poniéndose de pie y besando su cabeza con gesto suave–. Descansa.

habitación, sin hacer siquiera un intento por llevarla con

casa, a un pasillo y un mundo de distancia, solo hizo que Nathan perdiera el resto del sueño. La necesitaba, la quería y se sentía un idiota. Abrió su computadora y comenzó una búsqueda desesperada, hasta que muy cerca de las seis de la mañana por

y se

seguro de que quieres hacer esto?

mal?

es lo más sensato que has hecho en tu vida.

que había que firmar y poco después Nathan salía de allí con el alivio reflejado en el

el terreno. A la pequeña la habían invitado a una pijamada así que después de hacer los deberes la llevó

cuando buscó a Meli por toda la mansión, hasta que la encontró en la biblioteca, sentada en la alfombra frente a la chimenea mientras revisaba tres o cuatro libros a

sentarme? –preguntó

dándole un repaso a mi trabajo en clase –respondió ella sin levantar la mirada del libro mientras lo

gustaría hablar contigo un

suspiro suave y se quedó perpleja cuando Nathan se sentó en la alfombra junto a ella, pasó su brazo tras su espalda para apoyarlo en la silla y le puso en las manos el mismo álbum de fotos por el que le había gritado dos días antes–

primera hoja y le mostró

apuntándose en la foto

ni un solo gesto de sorpresa,

–murmuró–. Sophia se parece

Fuimos novios un par de años antes de casarnos, su padre murió pocos meses después de nuestra boda, así que solo me tenía a mí, y luego a Sophia. –Pasó saliva y se dio fuerzas, pero sabía

mientras señalaba las fotografías. No quería ser invasiva pero

que fue tu culpa?

suspiró y abrió otra

Desde que Sophia nació Marilyn solo vivía para nuestra hija, y yo no creia que eso fuera sano para ella. Queria sacarla a pasear, hacer que se divirtiera, que recordara

querías? – preguntó Amelie al ver su

fuéramos a pasar unas vacaciones en Aspen. Dije que necesitábamos un descanso, que quería hacer algo divertido. Yo quería... –Hizo una pausa y tragó saliva-. Yo quería que ella se divirtiera, así que insistí en el viaje a Aspen y en llevarla a esquiar, prácticamente nos chantajeamos el uno al otro, el viaje por el segundo bebé... creo que en el fondo cada uno estaba seguro de que

el álbum y lo puso

–¿Y qué pasó?

nube negra era nuestra discusión. Yo

nudo en la garganta, conocía muy bien esa sensación de auto culparse por la pérdida de un ser querido. Lo abrazó despacio y le dejó un beso

que es difícil compartir

para mí son muy complicadas, en demasiados aspectos siento que no soy un buen hombre y yo

de cabello de la cara. Se veía tan guapo así, descalzo, con aquel pantalón

desde el primer día que te conocí me di cuenta de que no eras perfecto, eso me quedó muy claro. Y creo que tú también entendiste que yo tampoco lo soy. Tú

–¿Y por qué no?

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