ATRACCIÓN PELIGROSA. CAPÍTULO 39. Cuando ya no me duela…

Nahia sintió que el corazón se le hacía un nudo cuando lo vio aparecer, después de casi tres años sin verlo. Parecía que había crecido aún más, tenía muchos más tatuajes, de modo que casi le cubrían todo el cuerpo, y el corte militar había desaparecido, dejando lugar a un cabello más largo y ondulado.

La única nota de un solo color era aquel brazo artificial. Exactamente como un brazo común, las mismas dimensiones, solo que adaptándose a la masa muscular del hombre que lo poseía. No estaba solo pegado a su antebrazo, sino que subía por su codo y parecía que tenía ramificaciones sobre su brazo y hasta su hombro. De verdad parecía cosa de ciencia ficción, pero aunque se veía como un ciborg, seguían presentándolo como La Bestia Orlenko.

En cuestión de segundos la multitud enloqueció. Desde el accidente, y tras perder su mano, Aaron había dejado de ser el favorito en las jaulas, cosa que iba muy bien para las apuestas, porque aun así no dejaba de ganar.

El comentarista en esta ocasión parecía muy entusiasmado. Aaron daba vueltas por la jaula con su mismo carácter impávido de siempre, así que Nahia estaba segura de que la pelea no iba a durar mucho.

Y no se equivocó.

Aaron se abalanzó contra su adversario con una velocidad inimaginable y en cuestión de segundos el público estaba desquiciado. Golpeaba al hombre como si fuera un saco de arena, pero sin usar la izquierda más que para defenderse. Cinco minutos después solo había un hombre noqueado en el suelo mientras él daba vueltas alrededor de aquella jaula con expresión sombría, como si no hubiera obtenido el resultado que esperaba.

Los gritos de la gente eran ensordecedores y Nahia suspiró, levantándose.

“No deja de causar ese efecto“, pensó dirigiéndose a la habitación que Diana le había indicado.

Cinco minutos después aquella puerta se abrió y Aaron entró para ver a una mujer de pie frente al enorme ventanal de la habitación.

-Lárgate -gruñó molesto-. Ya le dije al Hellhound que no acepto putas el día de la pelea. (3)

-Entonces trataré de ser breve -respondió una voz que lo dejó paralizado y Aaron levantó los ojos para

ver cómo aquella mujer se giraba. 1

-Nahia…

Nahia llevaba una gabardina blanca, larga casi hasta los tobillos. Su ropa era toda elegante; la sensualidad, como siempre, la llevaba en el carácter, no en el vestir.

Aaron no supo por cuánto tiempo se quedaron allí, uno a cada lado de la habitación, mirándose fijamente. Nahia esperaba ver aquel odio instantáneo, aquel rechazo que había visto la última vez, pero en lugar de eso en sus ojos solo encontró una mezcla de sorpresa e incredulidad. Lo vio ponerse apurado una camiseta antes de dar el primer paso hacia ella.

-¿Qué… qué haces aquí? ¿Cómo has estado? -preguntó él y Nahia frunció el ceño porque aquello definitivamente no se lo esperaba.

-Estoy bien, y me alegra ver que tú también lo estás -respondió señalando a su brazo y él se lo acarició un momento como si fuera real.

-Si… menos escribir, todo se me da bien… 1

silencio incómodo y Nahia

el sobre de su gabardina y se lo acercó-. Pensé que te habías ocupado de eso cuando te firmé los papeles hace dos años, pero hoy me topé con la sorpresa de que no lo hiciste, y la verdad es que los necesito con urgencia. Aaron sacó

años? ¿De qué

la boca pero tampoco pareció que ninguno de los dos

llevarme los papeles del divorcio, ya estaban firmados por ti, yo los firmé

te los mandé de vuelta, he creído que estamos divorciados

nada! ¡Ni hace dos años ni nunca! No sé por qué mi madre… No lo sé, pero yo

firmes los papeles y… -El teléfono

Nahia sabía que era lo suficientemente inteligente para no interrumpirla a menos que fuera una emergencia. Y cuando se trataba de emergencias no podía pensar en nadie más que

llamada y alejándose hacia la ventana–¿ Mamá? ¿Qué pasó? -Meli le habló por un instante, contándole que Julie había vomitado la fórmula, y Nahia cerró los ojos medio aliviada y medio asustada-. Lo siento, mamá, olvidé decirte que el pediatra le cambió la fórmula a Julie la semana pasada. Si, la otra le estaba cayendo mal… La nueva está en la alacena donde guardo sus biberones y el esterilizador… Sí, solo deja que pase media hora y dale la fórmula

y se giró para encontrarse con el rostro desencajado de Aaron. Las palabras” fórmula” y “biberones” seguían repitiéndose en su cabeza, como si lo aturdieran más que un par

-preguntó él con voz

sin

qué edad

que Nahia podía haberse quedado embarazada de él sin que lo supiera en todo aquel tiempo le estrujaba

peor.

meses -dijo Nahia y Aaron pestañeó rápido, mirando al suelo

no, porque sigues casada conmigo, pero digo… No tenía idea de

estaba. Si hubiera sido así, sabría que la madre biológica de Julie era una adolescente que había llegado embarazada al orfanato y había muerto durante el parto por una complicación, y Nahia había decidido adoptar

Aaron mirándola a los ojos

una página que debimos pasar hace años -sentenció-.

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que algo dentro de él se moría un poquito. Hacía dos años que no

asintió,

-respondió-. Por favor házmelo llegar al hotel

su lado, dirigiéndose a la puerta, pero apenas puso una mano en la manija

-¡Nahia… espera…!

dio la vuelta despacio y le sonrió

felicidades por la victoria

y se dirigió a la salida sin que una sola persona osara detenerla, sin embargo para cuando llegó a su hotel, a su propia habitación, ya

entrada más dramática -murmuró Nahia lanzando la llave electrónica sobre la barra y sirviéndose una copa de vino para sentarse junto a Katerina, que ya bebía de

no responder a las mías -replicó

-Llamaste muy tarde.

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