ATRACCIÓN PELIGROSA. CAPÍTULO 19. La versión más… juguetona

Aaron Orlenko tenía que ser honesto en algo: estaba loco por aquella chica. Pero lo que más loco lo estaba volviendo era el hecho de que Nahia no parecía reaccionar. Aquello no era una coraza, era un bunker antimisiles lo que tenía alrededor del corazón.

No hubo ni una sola mención después del episodio de la mordida. Nahia se levantó al otro día y no dijo absolutamente nada. Tres días más pasaron antes de que ella volviera a dirigirle una oración de más de tres palabras que no incluyera “Gracias” o “hasta mañana“.

Finalmente aquel viernes en la tarde, mientras estacionaban en el edificio de departamentos, Aaron la escuchó murmurar:

-Tengo que viajar a Londres mañana. Mi familia llega esta noche y vamos a reunirnos.

-Eso debe ser lindo -murmuró Aaron-. ¿A qué hora nos vamos?

-Si por mi fuera ahora mismo, pero mejor nos vamos en la mañana -respondió ella. No quiero ir a quedarme con mi hermano y el departamento de Sophi solo tiene una habitación…

-En su defensa me gusta ese sofá -replicó él y Nahia contuvo la respiración-. Si quieres podemos irnos ya, no me molestaría una comida un tilín más chatarra.

Sus ojos se encontraron con los de Nahia a través del retrovisor y la vio dudar un segundo antes de asentir.

-Bien, haré mi maleta, nos vamos enseguida -decidió ella y si alguien podía hacer una maleta en diez minutos esa era ella. 1

Menos de una hora después estaban en camino y apenas había anochecido cuando Nahia abrió la puerta del departamento de Londres y los dos se quedaron como estatuas mirando al sofá… ¡porque los dos recordaban perfectamente lo que había pasado ahí!

Aaron carraspeó y ella entró directo a la habitación, casi cayéndose cuando intentó cerrar la puerta y notó que no había. Esa noche pidieron comida y cenaron en un silencio tenso mientras él no dejaba de mirarla, pero si Nahia realmente estaba sintiendo algo no lo demostraba.

Finalmente a las diez de la noche cuando la vio irse a dormir no pudo soportarlo más y sacó el celular.

-Abuela… necesito ayuda -fue su saludo y en dos segundos estaba teniendo una sesión de terapia telefónica con la matriarca de los Orlenko. 4

-Ya lo sabes–le dijo su abuela-. El odio es fácil de combatir, la indiferencia no.

-Pero yo le gusto, abuela, sé que le gusto… -insistió Aaron-. Si vieras las cosas tan lindas que hizo por mí… 1

poner de esta forma, esa niña es exactamente como tu madre, capaz de valorar el riesgo contra las recompensas, y cariño, eres mi amor pero no has demostrado ser

–¡Abuela!

la foHaste?

-¡¡¡ABUELA!!!

clase de obtuso tiene la capacidad para romperle el corazón a una

hubiera estado a medio continente de distancia su abuela le hubiera

era un bruto de primera y perdió a tu madre de todas las

son muy felices ahora

año de tu hermana Victoria, por ejemplo -le recordó Katerina-. No cometas los mismos errores. Si esa niña es como me la estás describiendo, entonces procura merecértela, Aaron, o de lo

suspiró con incertidumbre y

guerra

amor en un noventa por ciento de insistir, así que insiste, el que primero

abuela le había aconsejado, al día siguiente se levantó listo para derribar aquel muro de indiferencia…

casa de James, y la familia y los amigos fue llegando poco

James se le había ocurrido que quería construir un orfanato estilo Hogwarts y todos los hermanos se habían sumado de inmediato,

le escapó aquel comentario

Y si faltan brazos para la construcción… ¡mi guardaespaldas tiene muy buena experiencia cargando sacos!

pero estaba radiante cuando pensó: “A la guerra será“, para

“sacos” se refiere a ella

dirigir una mirada acusadora a su hija y a Nahia ponerse colorada hasta la

los pormenores de la construcción, ella lo

una mirada asesina y Aaron estuvo a

a subir por la pierna? -preguntó y vio que ella bajaba la mirada para ver el escaso espacio que había entre los dos.

mi madre que estuve

le enseñé lo que me hiciste -murmuró Aaron inclinándose sobre ella-. Eso hubiera sido muy revelador en medio de

arrugó el ceño.

lo vio abrirse el saco y desabotonarte la

entre morado y verdoso de aquella mordida. Señaló a la piel de Aaron y luego a ella misma pero si intentaba balbucear no

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