ATRACCIÓN PELIGROSA. CAPÍTULO 18. Tú eres mía

Nahia sentía que tenía los sentidos embotados mientras se sentaba en la cama y se quedaba mirando al vacío, tratando de ubicarse sin mucho éxito. Le dolía el cuerpo y se sentía demasiado cansada, pero si seguía en la cama eso no iba a mejorar.

Y cuando miró a su lado, donde Aaron dormía profundamente, solo lo confirmó.

Llevaba un pantalón de algodón suave como de pijama y nada para arriba. Tenía los músculos relajados y aun así se veía macizo el condenado. Tenía un par de tatuajes idénticos sobre los pectorales y uno a un costado que se perdía dentro del pantalón… y Nahia ahogó un gemido pensando hasta dónde llegaría.

“Maldición, si no me levanto ahora, jamás me pararé de esta cama“, pensó y se bajó para meterse en la

ducha.

Salió de allí completamente vestida y para ese momento Aaron ya no estaba en su cama.

Veinte minutos después se lo encontró perfectamente arreglado en la cocina, poniendo frente a ella una

taza de café.

-¿Te sientes mejor? -preguntó Aaron y ella se sentó en aquella banqueta con cansancio.

-Siento que me golpearon veinticinco elfos maniáticos -respondió ella-. Pero sí, supongo que estoy mejor. Muchas gracias por cuidarme.

-De nada. Lo hice con gusto… ¡Bueno, no con gusto porque no me gustó que te enfermaras, pero… tú me entiendes! -respondió él. (1

Pero la verdad era que no, Nahia no lo entendía para nada. Aaron Orlenko le gustaba, le gustaba demasiado y quizás por eso era tan peligroso para ella, porque sabía que podía herirla con más facilidad que nadie, ya lo había demostrado.

-Entonces ¿te vas a quedar? -preguntó y Aaron apoyó las dos manos sobre la encimera con determinación. 1

-Sí, Nahia, voy a quedarme -declaró.

-Está bien, pero eso no cambia nada. Te agradezco que me cuides… pero eso es lo único que tengo planeado agradecerte. No quiero nada más, Aaron.

Él apretó los dientes y asintió, ya hasta odiaba que lo llamara por su nombre en vez de decirle Robocop.

voy

de que, si se quedaba,

la universidad y Aaron estaba más atento que nunca a cualquier peligro. No había sabido nada más de Vanessa pero era evidente que las locas de su calibre no eran propensas a encajar los

veía mucho más que a otros compañeros y ocasionalmente se sentaban a almorzar juntos en la cafetería, pero jamás

volver a colarse en su corazón. La verdad era que lo ignoraba olímpicamente pero con la mayor educación, y realmente el trato profesional ya lo estaba espantando. ¿De verdad ella no iba a bajar la guardia nunca más?

le dijo que iría a una fiesta, pero antes de que él pudiera levantar

corazón. Una compañera cumple años, me invitó a su fiesta, sería de

su vida que deseaba que una mujer fuera inmadura y

y confirmó que solo estarían invitados universitarios, era en una

en nada. Era sencillo y elegante, como si su diseñador hubiera reducido a la mínima expresividad el vestido sin sacrificar su feminidad. La tela era una mezcla de seda negra y suave en

Y

que subían unas medias negras que él solo moría de

y él sintió que el corazón se le

-Yo no…

ella no lo escuchó, y si lo escuchó se hizo la desentendida, porque cinco minutos

en pleno apogeo. Había juegos de mesa, algunos

para rechazar amablemente. Aun así Aaron sentía el calor de la impotencia y los celos creciendo dentro de sí mismo. No

celos, pero fue en vano. Vio a un chico acercarse a ella y leyó en su rostro una expresión divertida que solo podia significar que intentaría conquistarla. Su peor pesadilla se estaba haciendo realidad justo delante de él, pero antes de que

hubiera ni imaginado, pero cuando se giró hacia Nahia tenía la expresión más risueña del mundo-. Se

están medio borrachos

sobria? -preguntó Josh como si no lo comprendiera-.

a una mesa del jardín, nos sentamos con esta preciosura – dijo sacando una botella que llevaba escondida en el saco-, y bebemos hasta caer mientras

sus siguientes palabras le dieron a Aaron ganas de retorcerle el cuello. -Lo

-sentenció Nahia y Aaron

puede acompañarnos, cuando se trata de reír, entre más gente, mejor! ¿No es verdad, señor Orlenko?

una mirada asesina pero él mismo

un poco, yo puedo llevarla a casa -replicó. Y a ti también te dejo sentado en la puerta de la tuya si te pasas de tragos.

de su mano y Nahia miró a Aaron con sospecha mientras se sentaba con Josh en una mesa alejada del jardín y bebían mientras conversaban. Escucharla reír era el mejor sonido que Aaron había escuchado en su vida, pero escucharla reír con otro,

eso era todavía peor.

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