CORAZONES ATADOS. CAPÍTULO 24. Un instante de felicidad 

Maddi no tenía ni idea de qué se trataba, pero estaba emocionada por hacer cualquier cosa con James, así que se dejó vendar los ojos y guiar fuera de la tienda. James la ayudó a subir a su auto y la llevó a casa mientras Sibar los seguía en una camioneta. Le dio el resto del día libre al guardaespaldas, junto con su agradecimiento, y levantó a Maddi en brazos para llevarla. 

-¿A dónde vamos? -preguntó ella. 

-Estamos en casa -susurró él en su oído con un tono que la hizo estremecerse. 

La bajó despacio y la llevó caminando unos metros hasta que sintió el corto césped del jardín bajo sus sandalias. Puso sus manos sobre aquella superficie, inclinándola un poco para que la tocara, y Maddi no demoró en saber qué era. 

-Es tu regalo de inicio de universidad -susurró él y negó. 

-¡Te mato, James! ¡Te dije que no quería un deportivo, yo no soy…! 

Pero no pudo seguir hablando porque James le quitó la venda de los ojos con una sonrisa y ella pudo ver que no era un deportivo. Si era un auto, pero en lugar de uno lujoso y llamativo, era una pequeña camioneta, graciosa y sexy como ella. 

-¡Ay Dios, qué cosa más linda! -murmuró Maddi cubriéndose la boca con las manos. 

-Ya sé que no eres de deportivos lujosos, pero necesitas un auto para ir a la universidad y apenas vi a esta nena supe que era una coqueta como tú -le dijo él envolviendo su cintura con los brazos y apoyando la barbilla en su hombro-. ¿Te gusta? 

Maddi suspiró profundamente mientras se agarraba a sus brazos. 

-Yo debería decir que esto es demasiado -murmuró-. ¡Pero diablos, esto es amor a primera vista! ¡ Hasta contigo me dio más trabajo! 1 

-¡Oye! ¿Me estás diciendo que yo no fui amor a primera vista? -se burló James-. Ya sé que andabas medio aturdida en un pasillo pero yo debía verme algo así como un ángel vengador… 

Maddi rio besándolo y James rio mientras la levantaba por la cintura para sentarla sobre aquel capó. Se metió entre sus piernas y la besó desesperadamente. La extrañaba tanto… hacía semanas que dormían juntos pero no se habían tocado ni una vez, y James realmente la estaba deseando con todas sus fuerzas. 

Aun así no quiso parecer demasiado desesperado y sacó las llaves del bolsillo. 

-¿Qué tal si vamos a dar una vuelta? -le preguntó-. Tú conduces y yo te guio a un lugar especial que ni siquiera podrás imaginar que existe en Londres. 

Maddi tomó las llaves y se sentó detrás del volante con entusiasmo, encendiendo el coche mientras james se subía al asiento del copiloto. Salieron de la propiedad y James le orientó que se dirigiera al norte de la ciudad. Salieron del bullicio y muy pronto la carretera se llenó de árboles alrededor. 

-James, ¿a dónde vamos? 

Heath Ponds -respondió él con una

bañarse, disfrutar del ambiente agradable y fresco con la familia y los amigos. Ella había

estado en el lago Hampstead Heath Ponds antes y no recuerdo que este fuera el camino

-murmuró. 

con picardía-. Gira a la

abría un enorme portón para ellos.

privado? -se sorprendió

una parte del lago a la que nadie tiene acceso normalmente -respondió James y Maddi se quedó

enormes árboles que tapaban la vista del cielo. Avanzaron poco más de un kilómetro

-dijo James bajando de la camioneta y sacando una hermosa cesta de picnic que había en la cajuela-. Lo renté ayer, así que vamos a pasar un lindo día aquí.

en el capó y miró

más? -preguntó ella por lo bajo y James la miró.

más. ¿Por qué pr…? -pero no pudo terminar aquella pregunta, porque la vio morderse el labio inferior con

Maddi mientras la escuchaba exhalar un gemido de gusto. Maddi lo necesitaba tanto como él a ella, y estar en un lugar como

y quitándosela con movimientos torpes y apresurados. Maddi tenía la piel caliente y suave y ella podía sentir cómo aquella erección despertaba contra ella con fiereza. Le sacó la playera y le abrió el cinturón y lo hizo retroceder hasta

luego levantó la mirada para verlo morderse el labio inferior, con

-susurró él, pero ella no lo dejó terminar.

y se cubrió la cara con las

mientras se ahogaba un poco. ¡Era tan linda, más haciendo eso!

me corra -dijo él entre dientes-. Si sigues así

sobre su cadera y subía

le quedaba y

senos con las puntas de los labios, sintiéndola erizarse y estremecerse a la misma

uno de los rosados pezones, más pequeños y turgentes de lo que recordaba, y

por todas partes mientras su cuerpo se

clítoris y luego los metió dentro de ella, penetrándola con suavidad. Maddi arqueó la espalda y agarró sus hombros para no caer, y él aprovechó ese movimiento para empujarla hasta tenerla donde quería. Era una sensación increíble y, cuando oyó que James decía su nombre en un

necesitaba sentirlo dentro de ella, llenándola por completo mientras la

vio poner una mano sobre la manija de la puerta, lo detuvo – No ya no

aún más. 

al agua y él encontró un lugar

la madera y aquella era la mejor sensación del mundo. La sintió cruzar los brazos detrás de su cuello para sostenerse

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