ATRACCIÓN PELIGROSA. CAPÍTULO 43. Demasiado tarde

Aaron frunció el ceño. Definitivamente no recordaba que hubiera ninguna cafetería por allí, pero exactamente a los quince minutos vio un edificio que por fuera decía HOT CAFFÉ. Entró para pedir un capuchino de caramelo y pestañeó tres veces cuando lo que le entregaron fue a un moreno de uno ochenta… en tanga.

-Este… creo que hubo una equivocación…

-¡No no no! Ninguna equivocación. Él es Capuchino Caramelo, son quinientos euros por baile privado. Aaron apretó los labios y se giró hacia el muchacho, que le hizo un guiño, y sacó los quinientos euros. -Quiero que me consigas un capuchino caramelo de verdad, porque tengo una mujer a la que molestar. ¿ Te apuntas? 2

El muchacho asintió de inmediato y media hora después Aaron regresaba a la escuela con su capuchino caramelo… el de verdad.

Tocó a la puerta de la cabaña de Meli, porque alguien le dijo que allí estaba Nahia y un segundo más tarde la persona que le abrió, definitivamente no se parecía a Nahia.

-Señor King… -murmuró y Nathan apretó los labios, haciéndose a un lado para dejarlo entrar-. Este… quería saber si Nahia estaba aquí…

-Entra, solo dame un momento y voy por la escopeta y ya regreso. 1

Aaron apretó los labios y asintió.

-Claro, señor -dijo mientras lo veía marcharse y luego murmuró para sí mismo-. Supongo que me lo

merezco. 2

Dos minutos después Nathan aparecía de nuevo en la sala, esta vez cargando una escopeta de caza. -¡Ahora sí, ¿me quieres explicar qué carajo haces aquí?! -rugió.

-Vine a discutir un proyecto para ayudar a los niños con la directora de la escuela -respondió Aaron y Nathan lo miró con incredulidad.

-¿Y nada más?

Aaron respiró profundo y miró al suelo.

-Bueno… me gustaría suavizar las cosas con Nahia, ya sabe, pedirle perdón, ver que está bien… 1

Nathan puso los ojos en blanco y apretó los dientes.

-¿Al menos sabes que la cagaste o no? -rezongó molesto-. ¡Mi hija te salvó la vida, y se lo pagaste echándola de tu lado!

Aaron respondió profundo y puso el café sobre una de las mesitas antes de meterse las manos en los bolsillos.

ella no se lo merecía. Pero no puedo volver el tiempo atrás, solo puedo… arrastrarme de rodillas a sus pies y rogar que me perdone aunque jamás quiera volver a

molesto y siguió blandiendo su escopeta.

mi hija de nuevo! ¿ Entendiste? -gruñó Nathan-. Nahia pasó mucho para superar todo esto… y sé

a cuidarla, confié en ti y tú me fallaste totalmente, cabrón! ¡Por mi culpa mi hija salió lastimada! Así que si te vuelvo a

ojos por

ese caso, le voy a pedir que en lugar del otro brazo, me dispare a

-rugió Nathan-. ¿Eso qué

pierna posiblemente tenga pistones neumáticos, como la mano, así que patearía como para atravesar la red… ¡Serían tremendos goles!

si de verdad se hubiera

hablo de que sigas dando vueltas alrededor de mi hija como un mosq…… Oye espera. ¿Dijiste “pistones neumáticos“? ¡No me jodas que tienes pistones

hecho están geniales, uno por

Nathan lo miró

debe tener una

imagina! Mire le hago una prueba. Agarró el cañón de la escopeta y lo aplastó entre sus dedos hasta

sonrió como un niño

está increíble! Espérame voy por la otra escopeta y me sigues enseñando.

supuesto, señor

atravesó aquella puerta, volvió a encontrarse a Aaron sin camisa, esta vez delante

ti qué diablos te pasa!? ¿No puedes dejarte la ropa puesta ni dos minutos seguidos? -le espetó antes de girarse hacia su padre-.

escopeta de nuevo.

solo quería saber cómo era que funcionaba el brazo, es una cosa impresionante! -se defendió él-. Pero ya vuelvo a la

en

baja eso, papá! ¡No le vas a disparar

-¡Oye, yo podría!

perfectamente la bala, así que

-replicó Nathan-. ¿Cómo es que esquivar una bala? Es Robocop, no Superman, tampoco

aquel apodo los había dejado

estoy segura de que vas

una playera para que puedan verte el brazo sin que tengas que dar un espectáculo nudista cada diez min…

y le entregó

café -le dijo como si nada–¿Y por qué estás tan segura de que voy a regresar?

respiró profundo y lo miró a los ojos.

ningún proyecto, viniste porque tienes algo que decir, pero no tengo tanta suerte como para que solo lo digas y te vayas ¿no es cierto? ¡no! Aquí te vas a quedar rondando hasta que logres arrastrarme a alguna pelea lo bastante dramática como para que termines haciendo catarsis y gritándome a la cara lo que no me dirás hoy. ¿O

de que no me interesa el proyecto porque sabes que no es cierto… -murmuró-. Pero tienes razón, no quiero irme. No sin hablar

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