Capítulo30

Cuando Alejandro Hernández regresó a Villa Marejada, estaba empapado como si lo hubieran sacado del agua. Alba Maria corrió hacia el para secarlo, pero él la apartó lentamente con un aire sombrio y subió las escaleras.

-¿Qué le pasa al joven señor? ¿Quién lo ha ofendido?– preguntó preocupada Alba María a César

Antonio

-Tendrás que consolar al gerente general Hernández cuando tengas tiempo, ¡lo han estafado!.

-¿Qué? ¿Cómo es posible que alguien tan astuto como el joven señor haya caído en una trampa? ¿ Ya han llamado a la policía? ¡Deberíamos llamarles ahora mismo!- exclamó asustada Alba María. @

César Antonio negó con la cabeza. -La situación es complicada, llamar a la policía no ayudará. Cada vez que uno es más astuto, el otro también lo es.

-Le dije al joven señor que instalara una aplicación anti–fraude, pero no me hizo caso. Como dicen, -quien mucho anda por el río, tarde o temprano se moja los zapatos- se lamentó Alba María.

César Antonio suspiró. El gerente Hernández había encontrado un oponente digno en el juego del ajedrez. Sería fácil si solo se tratara de engañarlo para obtener dinero, pero el problema era que

habían herido su orgullo.

Alejandro Hernández entró pálido al edificio y parecía un guapo fantasma.

-Señorito, la señorita Sánchez ha llegado. El presidente le invita a su estudio–dijo el mayordomo

con respeto.

labios y entró

¡Finalmente has vuelto!– Beatriz Sánchez corrió hacia él y lo

Alejandro Hernández no respondió

Beatriz Sánchez,

van las cosas? ¿Conociste la gerente

seriamente.

no debería ocuparse de este tipo de pequeños asuntos, pero la insistencia de Ema Celía lo obligó a presionar

hija mayor de la familia Pérez, no podrán ignorarnos.

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era su táctica habitual en los últimos veinte años: siempre elogiaba a Alejandro Hernández para aumentar las expectativas que todos tenían de

grupo Sánchez aqui- dijo Alejandro Hernández sin

quieres decir?– Enrique Hernández frunció

de ahora, no ayudaré más a los Sánchez. Eso es todo- respondió Alejandro

Celia y Beatriz Sánchez se quedaron

Alejandro bromeando?– preguntó Ema Celia,

su mente estaba

se oscureció

ánimos de cambiarse o ducharse, solo pensando en cómo Clara Pérez

¿Es que no soportas verme o es que yo, Alejandro Hernández, no merezco

quieres ayudar?!– Beatriz Sánchez lo alcanzó,

-Alejandro, ¿por qué?

del brazo. Ahora todas las

están

y se están echando a perder, no podemos pagarle a

a

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